viernes, 11 de noviembre de 2011

Capicúa

En las mentes de los superticiosos hoy es un día importante, pues según dicen el hecho de ver esta alineación de calendarios en torno al número 11 solo se da una vez cada cien años y tiene un ingrediente cósmico. Yo solamente he usado la palabra cósmico como adjetivo para referirme a un gato, y creo que alguna vez la usé cuando le dije a una chica que era "cósmica", no porque quisiera hablar con la jerga de retrasado mental de Suso, sino porque yo también fui lámpara, pero gracias a Dios pude dejar ese vicio tan religioso.

Ya iba a empezar a difamar, pero recordé que estoy en rehab de tanto punkerismo denigrante y ahora cuido mis contenidos. No sé si lo sepan, oh amados cabañeros y cabañeras, pero ahora tengo que pagarle regalías a Sayco por cantar tantas veces usando palabras retorcidas y haciéndolos desternillar de la risa, retorcidamente por supuesto. Tranquilos, que ya que no gasto licor sí gasto sonrisas, así suene a frase de actor convertido al budismo.

Como pudieron ver, el 11/11/11 no era el fin del mundo, como creían varios tuiteros. Pareciera que la gente no quiere entender que el fin del mundo no será en una fecha orgánicamente esperada por todos. Eso lo aprendí leyendo la Biblia -libro que para la gente de esta oficina es un manual más-. Yo les digo que la Biblia tiene respuestas para todo, que no es un Almanaque Bristol ni un libro para dummies, sino un texto más poderoso -literalmente- que todos los libros que se hayan escrito y estén por redactarse en toda la galaxia.

Por eso desde muy temprano tenía claro que si el día iba a ser inolvidable no sería por una profecía maya, ni porque almorzaría un ajiaco de ensueño: cada día es especial porque sí y listo, ni siquiera porque esta noche sea el concierto de Hillsong en Bogotá y ellos vayan al Simoncho a verme brincar sus canciones. El punto es -expresión que utilizo en cada entrada-, que uno no debe esperar capicúas (palíndromos numéricos que se leen igual de izquierda a derecha y viceversa) como señal de que algo místico sucederá. El flujo de los acontecimientos nos llevará hacia el camino que ya hemos escogido y no al revés, porque de ser así seríamos absolutamente mediocres.

Es por eso que propongo que dejemos de creer en las fechas, en los calendarios y en los tiempos: de hecho, la Biblia dice que para Dios mil años son como un día y viceversa, entonces no hay afán de sumarle o dividirle cifras a los hechos, porque el fin del mundo llegará cuando llegue, cuando nadie se lo espere y cuando entendamos que lo que debemos hacer es vivir y prepararnos en función de nuestra propia existencia.


Twitter: @benditoavila

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