jueves, 16 de enero de 2014

Postales desde Miami

Tras vencer el frío invernal (o infernal, según el nivel de tolerancia del lector), llego a Miami, la capital latina de Estados Unidos. Aquí uno ya empieza a sentirse como en casa, hay uno que otro paisano tratando de colarse en alguna fila, una señora jalonea a su niño en plena calle y otro que mira la cámara que cuelgo en el cuello como con ganas de echarle mano. Sí, en los viajes me disfrazo de turista asiático cliché y no me avergüenza aceptarlo.

Miami brilla, huele y se siente distinto, y aunque el trajín no es el mismo que el de Nueva York, también hay que moverse con ligereza para aprovechar el tiempo. Uno viene aquí es a eso, a callejear libremente (en la medida de lo posible, no se puede olvidar que hay mucho latino rondando) porque aquí se duerme en dólares, y el tiempo perdido lo lloran los Santos, y el dinero perdido lo lloran los Ávila. Algunas postales miamenses.

Dicen los que saben que este reloj es clásico de la ciudad. Está en South Beach, y además de la fecha, da la temperatura en Fahrenheit. Eso es algo a lo que toca adaptarse, a conocer esta medida y dejar atrás los Celsius.

Uno de los drives más importantes, Ocean. Es una suerte de calle pegada a la bahía donde están la mayoría de edificios Art Deco de la ciudad.

Una mujer desprevenida pasa por la mansión donde fue asesinado Gianni Versace, el famoso diseñador.

El 14 de Febrero de 1964, The Beatles llegaron a este hotel, Deauville. Dos días más adelante se presentarían por segunda vez en el show de Ed Sullivan.

Un lamborghini en plena calle, ahí tan campante.

¿Sabían que existe el billete de dos dólares? Pues sí, y son de los más difíciles de conseguir. Obvio, este fue prestado y tocó devolverlo.

Otro hotel de South Beach. Ni me acuerdo cuál es, pero era bonito.

En la Florida, muchas de las ciudades tienen estos distintivos con cara de tanque de agua. Esta en Broward County, en Hallandale Beach.  

El símbolo del pacto (y de los gais) en Fort Lauderdale Beach Park.

El invierno para ellos es como Bogotá un día normal.

Foto cliché turística. Las marcas blancas son producto de la nieve neoyorkina.

Las Olas Boulevard. Clásico de Fort Lauderdale donde la vida nocturna y las compras por poco y son ley.

Ricas albóndigas y pasta a la colombiana. Comida casera el día de mi cumpleaños.

Este es el primer paisaje que uno ve al entrar al Miami Zoo.

Por 25 centavos, uno puede sacar concentrado y alimento para los animales.

Tigre de Bengala, solitario como los chicos difíciles. Lo entiendo a la perfección.

Diversos módulos interactivos donde uno puede oler, tocar, ver y oír animales y demás fauna. Con razón esta gente es tan pila, desde pequeños les enseñan a respetar al otro, empezando por los animales.

Lo del tigre de Bengala es cierto. De resto, todos los animales tenían su pareja, tal cual como en épocas de Noé. Un par de tortugas Galápagos en su lecho matrimonial.

Los machos alfa aprendemos a convivir limándonos los cachos con otros machos alfa.

Cocodrilos emparejados.

Otra vez los niños posando a la cámara. No soy depredador sexual, lo prometo.

La vista en ambos espacios es increíble.

Miami Zoo tiene su propio servicio de rail internamente. Moviliza a la gente dentro del lugar, también ofreciendo una vista increíble.

Ponis de a dos.

El artista brasileño Romero Britto se radicó en Miami hace algunos años. Se nota porque media ciudad está plagada de sus trabajos cubistas-pop-kistch, como yo prefiero decirles.

Pendejadas que atraen, esta en el baño de Ikea.

Una de las 8 entradas del Dolphin Mall. Esa es otra, dicen que Miami es la ciudad mármol: cuando uno no está en el mar, está en el mall. Las compras se vuelven hábito recurrente ante los precios tan bajos.

Dadeland North Station. El metro de Miami es descubierto, como en algunas estaciones de Medellín. Eso dicen, nunca he ido.

Miami Downtown, de lejos. La palmera en el centro es intencional.

Uno de los metros visto a medio metro desde otro metro y medio.

Torre de la Libertad, en pleno Biscayne Blvd. Allí permaneció en capilla ardiente Celia Cruz, y es un edificio representativo para la comunidad cubana exiliada porque allí se tramitaban los papeles de residencia americana en los 60.

American Airlines Arena, el hogar de los Miami Heat y donde además se han hecho conciertos de gente tan diversa como Gloria Estefan, Green Day, Madonna y Carlos Vives.

En otro lado de la ciudad, está el Miami Design District, un coctel de sensaciones en el sector más artístico de la zona. Son varias cuadras de graffitis, restaurantes y galerías de arte que funcionan las 24 horas del día.

Todo debe ser apropiado, o sino no sirve.

 MDD

Todo es tan increíble que dan ganas de plantarse, echar raíces y quedarse unos buenos años.

En Miami el graffiti es ilegal, acarrea cárcel y todas esas cosas feas. De ahí la importancia de este lugar.

Gente esperando el bus. Todos inmigrantes como yo.

La gente cree que Walter White murió, pero he aquí la prueba de que sigue con vida, el Pontiac Aztek en que se suele movilizar. ¿Sabían que ahora se puede comprar?

  Lo cierto es que Justin Bieber nunca ha pasado por aquí.

Lo mejor del sector es Wynwood Walls, a la altura de la NW 25th St. Este fue el sueño de Tony Goldman, un artista americano que murió después de salirse con la suya.

Ir de día garantiza espacios adecuados para fotos. De noche, esta misma plazoleta, es una suerte de discoteca con DJ y gente socializando como en fiesta gringa: con bebidas y baile despegado.

Esto es de Dios.

Murales e intervenciones gratuitas.

Mi felicidad sí tiene precio.

Esto también es de Dios.

El padre Linero triunfando en el exterior. Qué bien por él.

La calle personalizada y apropiada siempre será mejor.

Selfie de pobre. Prefiero eso al que es en el baño.

 Downtown Miami.

Ingraham Building, el edificio más antiguo de toda la ciudad. Construido en 1926 y restaurado en 1990.

Restaurante colombiano. Y después se molestan porque nos tratan de narcos.

Esta es la entrada a Overtown, el barrio más caliente de Miami. Aunque antes era un barrio exclusivo de negros (o hermanos petróleo, como toca decirles por respeto), actualmente tiene las estadísticas de más asesinatos y comercio de drogas de toda la Florida.

Atardecer en Key Biscayne.

Mall en pleno Coconut Grove. Me sentí como llegando a Atlantis.

Five Guys, un lugar de hamburguesas imperdible. El plus es que hay costales enteros de cacahuates para acompañar.

Desayuno clásico americano en IHOP. Histórico, delicioso y santamente grasoso.

Village People versión Miami.

En Miami Beach, la gente está en lo suyo y no le importa el qué dirán. La señora de morado estaba diciendo eso cuando tomé la foto.

Querido niño Dios. Amén.

Obey.

La publicidad de licor le pega al perro en mi vida.

Los clásicos 'All You Can Eat' empezaron en los años 30 como un paleativo ante la crisis. Uno paga la entrada al lugar y con ella el acceso a la comida y bebida que quiera y pueda devorar. La atención es buenísima, siempre hay alguien llenando la bebida y preguntando si puede retirar el plato. Nunca me habían prestado tanta atención antes.

Ambas fotos fueron tomadas en un restaurante japonés, donde la comida es tanta que da pesar tener que dejar.

Lo de Wyndwood era en serio. Se arma farra en cuestión de minutos.

Particular encontrar una Iglesia en pleno Lincoln Road, una calle fancy con cara de Sodoma.

Sorpresas de esas inexplicables.

Después de acompañar la emisión del noticiero de las 6, cumplí mi sueño de conocer el estudio donde Don Francisco ha hecho su 'Sábado Gigante' ininterrumpidamente por más de 60 años.

Dylan's Candy Bar, en Lincoln Road.

Otra vez Britto haciendo de las suyas. Estas sí me engancharon, naturalmente.

Ajiaco colombo-americano.

La foto más triste, la del regreso. Así termina todo por ahora. Eso sí, me verás volver.