lunes, 10 de septiembre de 2012

Kindergarden

El jardín infantil siempre me ha sido reacio. Me gusta jugar entre sus árboles, esconderme en sus recovecos y crear universos en sus pasillos. Estoy frente a ella. La observo. El jardín infantil siempre me ha sido reacio. Ella me observa en picado, yo sigo sus tenis desde arriba y su cara desde abajo. Es el momento de decirle lo que siento. Me le acerco con disimulo casi sin respirar. No produzco ningún sonido. No pienso. Actúo. Actúo a los 5 años tan premeditadamente que parezco de 30. Camino y observo. Voy entrando por el centro. Decido quedarme quieto y contemplarla. Mirarla mientras espera. Yo también espero. Ya estoy muy cerca y solo resa moverme un poco para hacer notoria mi presencia en su ausencia. Ella cóncava, yo convexo. Ella percibe mi existencia. Nos miramos. No cruzamos ni una palabra pero sus ojos escudriñan todo. Se acerca a mi cabeza. Respira sobre ella. Me huele y muerde el pelo. Lo muerde miestras dibuja una pícara sonrisa entre sus labios. No la boservo más. Me doy la vuelta y me resigno porque al fin y al cabo el jardín infantil siempre me ha sido reacio.


@benditoavila

No hay comentarios:

Publicar un comentario