lunes, 7 de octubre de 2013

Tuiterología

Llevo dos años con una cuenta en Twitter, que para efectos del español pulcro siempre he llamado Tuiter, así a secas. Me fastidian esos anglicismos del arribista promedio, que pronuncia Tuirer pero se jacta de usar bluyins negros, tomar Coacola y vacacionar en Uropa. En fin, esto confirma lo que he concluido en estos días: Tuiter me afecta porque siempre saca lo peor de mí.

Ya no lo disfruto como antes, cuando pensaba que se trataba de mencionar a Chespirito y mandarle elogios. Luego entendí que el truco era tuitear y ya, pero la cosa se complicó. Antes me dejaba llevar simplemente por la cultura del microblogging y decía barbaridades para que no se me olvidaran, casi como una libreta de apuntes virtual y pública. Pero luego entré en una carrera de ratas en búsqueda de seguidores, como si de eso dependiera mi libertad del Icetex.

Escribo una que otra verdad bíblica y de a puño, pero la gran mayoría de tuits son idioteces que no sé por qué algunos sobrevaloran como si fuese la verdad revelada. Eso es algo que me preocupa, el nivel de literalidad de mucho tuitero amateur. La gente se toma todo muy en serio, me leen al pie de la letra y eso es triste, porque no hay nada más frustrante que tener que explicar el chiste. El problema es que empecé a darme a conocer, y con eso vinieron seguidores que no merezco, como pastores, comediantes, periodistas, medios de comunicación y Rescate, mi banda favorita. Se me hizo extraño, porque con las idioteces que escribo lo que merezco es que me ignoren y hasta me bloqueen.

Hace poco superé lo 7000 tuits y entré en crisis, porque me di cuenta que Tuiter es un termómetro perverso de aceptación de ideas. No sufro cuando la gente me elimina de Facebook, porque allá se muestra es carne y cristianos pidiendo la mano. En Tuiter uno muestra intelecto y puntos de vistas, donde el ego y el orgullo arman un nido placentero en el que se besan, o algo así. Vivo obsesionado con los ojos encima del número de seguidores, y sufro cuando se reducen, porque es como si me estuvieran rechazando. Luego llegan otros y remplazan las vacantes, entonces vuelve a mí la paz de siempre, la del enfermo digital.

Ya dije que me sigue gente que admiro, y ese es otro problema. Me la paso pensando en qué publicar, para descrestarlos, pero también para no embarrarla y que tomen la decisión de irse. De vez en cuando me paso por sus cuentas a verificar si todavía me siguen, si no se han arrepentido ante tanta incoherencia y verborrea mal ponderada. Digo incoherencia porque la gente cree que uno es eso que postea, y va uno a ver y sí se parece, pero en realidad lo que he hecho es construir un personaje de mí mismo, un avatar al que juzgan y admiran pero en la vida real es tan simple como desilusionante.

Lo peor de todo es que no planeo irme de Tuiter. He hecho ayunos esporádicos para curarme la opinadera, y han funcionado. Pero vuelven a mí esas ganas de tuitear, como buscando que detrás de mi testimonio de vida (el mío, no el del avatar) la gente disfrute y conozca algo de lo que creo y pienso. Solo busco que entiendan que esto es un juego, que no es la vida real y que por lo tanto da licencias para una ficción comprada, acomodada y ante todo irónica.

Ahora me iré a tuitear, porque hay cosas que nadie más hará por uno.

1 comentario:

  1. Gracias al gran hombre llamado Dr.James por devolverme a mi amante en 48 horas. Bueno, permítanme comenzar presentándome como un bálsamo de limón de Saint Vincent USA. Con tanta alegría en mi corazón me gustaría contarle al universo acerca de este hombre llamado Dr. James. Él es capaz de recuperar el amor perdido y la familia perdida. solo dentro de las 48 horas que contacté al Dr. James mi amante regresó para pedirme que lo aceptara de vuelta. Si necesitas recuperar desesperadamente a tu amante, contacta al Dr. James a (drjamesd3@gmail.com) o Whatsapp +27737872215. Contáctelo hoy y tendrá una mejor relación.

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