jueves, 9 de febrero de 2012

Requiem TV

Nunca le he tenido rabia a la muerte, aunque debo reconocer que siempre es doloroso ver cómo gente admirable deja el planeta sin que haya podido contactarlos personalmente. Aunque el duelo es algo que no se imposta, debo confesar que me afectó ver que murió la libretista Mónica Agudelo justo cuando yo empezaba el camino de la escritura audiovisual, terreno en el que ella es y será la mandamás (con Fernando Gaitán, a quien he tenido la fortuna de entrevistar personalmente).

No vengo a rellenar entradas con el falso dolor farandulero, porque no hay nada más oportunista que homenajear en televisión al muerto, como tratando de reivindicar la conciencia ante el deber incumplido de honrarlo como se debe en vida; lo cierto es que desde la barrera empiezo a ver cómo algunos de los personajes de televisión, radio, cine y música a los que admiro están empezando a morir.

Murió Luis Alberto Spinetta, y aunque no fui un asiduo seguidor de sus obras, sí debo decir que para mí fue uno de los grandes del rock en español, música que tanto disfruté en cierta época de mi vida. Me gustaba el blues que hacía cuando lideraba Almendra, una que otra de sus letras poéticas y hasta ahí. Siempre he sido conciente del carácter evolutivo y heredado que manejan las artes: los grandes del ayer lideraron revoluciones que sentaron las bases vanguardistas en las que nos paramos hoy.

Tuve la oportunidad de asistir a la misa requiem de Mónica Agudelo, sin invitación ni compromiso aparente, tan solo para observar cómo la televisión lloraba a una de sus grandes creativas. Ante los mariachis que entonaban las despedidas -por eso requiem-, me di cuenta de que el perder la oportunidad de consultar a los grandes será un mal de toda la vida: no tuve la oportunidad de pedirle consejos para aprender a dialogar en televisión como ella lo hacía, ni consultarle sobre la construcción de personajes.

Aunque también me quedé sin preguntarle a Spinetta por algunas de sus letras, espero que Dante Gebel, Woody Allen, Paul McCartney y Chespirito no mueran sin que pueda llegar a donde estén, para conocer parte de los secretos de sus múltiples revoluciones culturales.


@benditoavila

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