martes, 11 de octubre de 2011

Abortivo

Hay días en que la gente espera que uno diga lo que piensa. Mandan correos, menciones tuiteras, DM's, llaman al celular e insisten en saber qué va uno a decir sobre los temas de moda y actualidad. Le he huído recurrentemente a dar declaraciones de temas que no conozco, pues terminaría opinando y en el camino lastimando a algún purista que sí ha estudiado y vivido las cosas para hablar con conocimiento de causa. La gente me pregunta qué pienso del aborto, de la eutanasia, de las penas de muerte y yo simplemente trato de que no vean que me muerdo la lengua para no decirlo todo.

Prefiero dejar descargar el celular, hacerme el ausente, no responder y hasta pasar por grosero antes que decir lo que muchos no quieren oír. Esto tal vez no venga al caso, pero nunca he sido violado, no he quedado embarazado, nunca he estado al borde de la muerte, nunca me han secuestrado y a decir verdad me falta mucho pelo pa' moña en todas las áreas de mi vida. Entonces me ahorro opiniones puristas y moralistas, pues esa misma verdad que poseo me lleva a aprender que callar también es una respuesta.

Tengo claro lo que pienso y creo que debería hacerse, trato de vivir una vida coherente y no lastimar a nadie, pero lo cierto es que me arden los párpados cuando leo declaraciones godas y mamertas donde la intolerancia oscurantista es asociada con Dios, con los creyentes en él y con la Iglesia -no importa la denominación-. No todos los cristianos somos ñoños de pensamiento: sí nos basamos en la Biblia para actuar, pero siempre desde una intención de amor cristiana y no desde un señalamiento condenatorio que excluye a la gente y nos hace ver lo orgullosos que nos ponemos cuando creemos tener la salvación comprada.

En primer lugar, me da vergüenza ver cómo gente que dice conocer a Dios logra ser tan irritante con la humanidad entera: aquellos que lanzan a la hoguera a los homosexuales, destruyen a quienes piensan distinto y hasta atribuyen una violación carnal al plan divino, deberían aprender que el amor de Dios no es eso. Es verdad que hay circunstancias espirituales que después Dios usa para bien, pero el mensaje debe ser asertivo y edificante mucho más con los que no conocen a un Jesús real.

Me duele ver cómo gente que admiro despotrica de Dios simplemente porque los cristianos que han tenido al lado parecen traídos de la Edad Media y además se comportan como cavernícolas creacionistas sin argumentos y sin siquiera su propia vida cambiada para debatir. Nada más triste que ni siquiera conocer al propio Dios del que se predica, por eso el compromiso no solo es tener argumentos espirituales, sino también concretos para poder aportar a las vidas de los demás.

Ya ha llegado el punto en que los medios nos buscan para preguntarnos qué pensamos los cristianos del aborto, de los candidatos a la Alcaldía y del contenido erótico en las parrillas de programación. ¿Y qué les vamos a responder? ¿Cristo te ama? ¿Eso no le agrada al Señor? ¿El niño Dios debe estar llorando en su tumba? La Iglesia somos nosotros, y si no hacemos una Iglesia atractiva y radical la gente va a quedarse con un cristianismo primitivo y repugnante que solo atraerá a carteristas, pero nunca a gente de influencia.

Tratar de agradarle a todo el mundo ya es un oximorón de entrada. Entonces, lo mínimo sería llevar una relación armoniosa y tolerante con la diferencia, con el que no conoce a ese Jesús que nosotros sí. Ellos pueden contradecirse, pueden maldecir su existencia y hasta frentear con provocaciones como las que me gritaban en la Javeriana: ¿Dónde está su mesías?, ¿Ese mismo Dios a quien usted ama es el que permite que un cerdo como Garavito mate y viole a tantos niños?; pero el compromiso de un cristiano debería basarse en la vida de impacto por un lado y entender lo que alguna vez Jesús dijo: "No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del mal". Es decir, necesitamos estar donde estamos, porque será la única forma de sacar a Jesús a la calle.


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