lunes, 1 de noviembre de 2010

Hell-o-win

Ahora ya con cartón en mano, y después de contemplar distintos rumbos laborales (http://www.youtube.com/watch?v=Ll36eled5W8), he vuelto más punkero, más guayigol y más re-chimba que nunca.

Por fin pasó el día de las brujas. Se acabó esta convención social de todos los 31 de octubres y que últimamente ha mutado. Cuando era chiquito (más joven) siempre hice parte de la tropa infantil bogotana que acudía disfrazada a centros comerciales, salones comunales, tiendas, peluquerías y demás espacios a reclamar caramelos de manos de los anfitriones; allí aprendí a cantar y hasta actuar para ganarme unos cuantos dulces de más. Conocí las chispitas mariposas y me quemé más de una vez tratando de quemar a otros con aquella luz de bengala, que acompañada de la calabaza naranja de plástico y maquillaje improvisado completaban el triste combo de Hell-o-win.

De pequeño me disfracé de muchas cosas. Power Ranger, zorro, diablo (...), San José, lobo, ladrón, Flash, Batman, Ninja, Papá, señora de las cuatro décadas, rude boy, baterista de Maná, Riu el de Street Fighter. Nunca pude disfrazarme de Chapulín Colorado, pero todavía no muero.

Desde que tengo memoria he tenido problemas con los disfraces. Y no es que no me guste disfrazarme, de hecho es algo sumamente liberador y que todos deberíamos hacer alguna vez; lo que me sorprende es ver cómo la fiesta de brujas ha evolucionado hasta nuestros días. Siempre me he preguntado ¿cuándo se está disfrazado? porque no faltaba el que llegaba al colegio con uniforme regular y bromeaba jactancioso Estoy disfrazado de estudiante, o el que se empelotaba y gritaba orgulloso Hoy me vine de Adán. Este recurso lo implementaban hasta los mismos profesores, quienes nos obligaban a cantar la conocida fanfarria triki triki halloween, quiero dulces para mí, y si no me das, se te crece la nariz. Varios se negaron ante mi canción, entre los que recuerdo está Diego León Hoyos.

Esta cancioncita es perturbante y enfermiza. ¿Cómo es eso del triki triki? Mi mamá me decía que cantar eso era el equivalente a invocar al diablo pero en otro idioma. Nunca he comprobado esto, y como mi intención no es entrar en debates moralistas ni religiosos, solo resta comparar un villancico con esa tonada de octubre para deducir que el triki triki es un villancico demoniaco y que el hell-o-win es la navidad del mismo Lucifer. ¿Qué más señal de esto es ver a Jotamario disfrazado de Woody el baquero, o a la alcaldesa de Chapinero de novia, o al elenco de Día a día bailando Thriller?

Un disfraz bien hecho debe tener elementos creativos. Es por eso que he decidido emprender un exterminio de aquellos que ya han cumplido su ciclo en vida y deben relegarse solo a ser material de bodega. Por favor, el disfraz de diabla ya pasó de ser un clásico a ser un esperpento: de cada 10 chicas, 8 utilizan este disfraz refrito. Y de estas 8, 6 le heredan por lo menos los cachos a algún familiar*. La ratona, Alex el de La Naranja mecánica y hasta la misma prepago deben salir del mercado cuanto antes, para poder agonizar tranquilos en los estómagos de las polillas locales.(¿Una polilla tiene estómago?)

Las últimas tendencias en moda jalogüinera dictan que para la próxima temporada los mejores disfraces serán los que recalquen lo autóctono, lo corriente, lo creativo y lo propio del ser humano. Entonces nace la campaña para disfrazarse de inodoro, axila, tunel del carpo, universidad, esperanza y reinado nacional de belleza. Conceptos etéreos y difícilmente aplicables siempre son material de inspiración para humanos, mascotas y hasta carros. Disfrazaré entonces al bólido René de tortuga, para dármelas del chistoso.

Me impresiona ver que el halloween ahora es una fiesta de tres días. En mi época uno salía por el barrio a pedir dulces una tarde completa y ya, pero ahora no solo se piden dulces sino también se pide posada, comida y desayuno al otro día, como si no bastara con el hecho de tener que soportar los gotereros y sus amigos, pues para Hell-o-win se reúnen todos los Jackson 5, los 8 de Colombia, los 12 apóstoles y hasta los 300, todos dispuestos a saquear las alacenas y a fastidiar con sus coreografías.

Ahora resta esperar qué nos deparará el 2011 en cuanto a Hell-o-win se refiere. Mientras pienso en mi disfraz del otro año y espero el fin del mundo (Diciembre 21 de 2012), disfrutaré leyendo un libro de autoayuda en una hamaca paraguaya disfrazada de gafas de Malasia.






*Datos suministrados por el Centro Distrital de Consultoría para Ferias y Fiestas CEDICOFI.

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