martes, 19 de abril de 2016

Pausa activa

Falté a mi promesa inicial de escribir una vez por semana, hecha por allá en 2010. No es la primera promesa que incumplo, de hecho, recuerdo las veces que prometí llamar a alguien para cuadrar algún plan, o las veces en que solté el clásico "estamos hablando, yo lo llamo", sabiendo que era una pantalla para deshacerme el compromiso. Esta vez, soltaré otra frase de la cual me arrepentiré en el futuro: suspenderé este blog.

No por llamar la atención, ni porque me esté quedando sin material. Sucede que como toda idea inofensiva, se convirtió en algo poderoso que se salió de control. Tanto, que de un periódico colombiano me buscaron para abrirle espacio, así que de ahora en adelante publicaré allá, tratando de generar un discurso más global desde mi propia mente local.

El link es: http://blogs.eltiempo.com/fiebre-de-las-cabanas/. Ya veremos qué más vendrá, amados cabañeros. A partir de ahora, declaro la pausa activa más larga que haya podido tener.

 

lunes, 29 de febrero de 2016

Desprestigio

Ya dije antes que lo malo de viajar es regresar, principalmente porque uno sabe que no es el mismo que se fue, sino que hay algo internamente en proceso de reajuste. En mi caso, tiene que ver con mi espiritualidad cristiana, la cual debo confesar ha estado fundamentada en el señalamiento fariseo, en buscar a toda costa escoger si ser frío o caliente, blanco o negro, cuando la vida real está tan llena de tibiezas grises que son lo que le dan, curiosamente, clima y color a la existencia.

He vuelto, lleno de cariño, decía Joe Arroyo. Y cito a un cantante secular -oh término tan satánico- para empezar, porque ahora resulta que la relevancia espiritual de las personas se mide por las radicalidades de ultraderecha a las que se sometan. Regreso al ruedo y no pasaron muchos días desde que me bajé del avión para ya estar en boca de personas que cuestionan mi relación con Dios y mi estado espiritual según su propia estructura, y los entiendo, porque es común que la gente juzgue lo que está bien o mal según su aparato mental, esa carta de instrucciones con la que son criados y que difícilmente será renovada a menos que así se quiera.

No sé si sea por haber pasado por Hillsong NYC y Hillsong Buenos Aires -la iglesia favorita de esos mismos que ahora me ven como 'mundano', curiosamente-, pero justamente mi percepción de Dios cambió este año gracias a la convivencia con gente de carne y hueso, que podían estar la noche anterior compartiendo con amigos y hasta bebiendo cerveza -sí, los cristianos internacionales toman-, y al otro día ministrar en la tarima y disfrutar de la reunión dominical sin más extrañeza. Rimó y todo, aunque no era la idea.

Les voy aclarando, caza gazapos y caza fantasmas, que no hice parte de esas "prácticas mundanas", pero sí me impactó pensar que las realidades son mutantes, y que la libertad de obra parte de tener un corazón dispuesto a agradarle a Dios aún a pesar de la gente. Compartí con personas maravillosas cuyas vidas son hermosamente humanas. Sí, porque es bonito cuando uno reconoce esa limitante y finita facultad de vivir aprendiendo a cometer otros errores, que es mi definición de ser mejor persona. No se trata de perfección, se trata de disfrutar un poco más el amor de Dios siendo uno mismo.

A diario me esfuerzo por agradarle a Dios, y siempre creí que se trataba 100% de mí, de mis justicias, actos de bondad, y que por eso gente desprendida como Teresa de Calcuta era la única que podría agradarle. Yo, que colecciono cosas viejas, camisetas y cuanto souvenir me topo de Chespirito, no soy el mejor modelo a seguir entonces, pues además de ese instinto acumulador, soy videoso, trascendental, neurótico, exagerado e impulsivo, todo lo que un líder cristiano no debería ser según la religión organizada.

Lo más difícil de ser cristiano es tratar de complacer a otros cristianos. Esta es la forma de decir que ahora mi énfasis está en ser lo suficientemente humano y frentero como una manera de que se vayan desanimando de una vez aquellos que me tienen como 'referente', porque si mi forma de pensar, hablar, tatuarme, bailar, relacionarme con otros, et al, les da permiso para vivir alocadas vidas a costa de mi desprestigio, el problema no soy yo, son esos que buscan chivos expiatorios para justificar las decisiones que jamás se atrevieron a tomar.

Yo amo la luz y desecho la oscuridad, solo que no me veo a mí mismo como alguien de los buenos o de los malos. Simplemente, soy un ser humano que entiende su lugar de redención, que busca que otros encuentren el propio y así mismo reflejar una fe confiable donde las jerarquías no son sacrosantas, sino lo suficientemente humanas como para poner la mirada en el cielo, donde reposa lo único perfecto, lo único digno de imitar; no en este blog o yo, donde hay colores, ideas visuales y percepciones como daltónicos, ciegos y tuertos en el mundo.

jueves, 18 de febrero de 2016

A media luz

Albert Camus decía que uno conoce una ciudad cuando sabe cómo trabajan, cómo mueren y cómo aman sus ciudadanos. La verdad es que como turista es difícil percibir a fondo esas particularidades, pues uno anda abrumado con todo, asombrado ante lo nuevo y cualquier detalle tiende a exagerarse. En Buenos Aires se ve eso, una suerte de majestuosidad que la misma ciudad emana y hasta contagia.

La ciudad es absolutamente turística, con las opciones y posibilidades de transporte, movilidad y señalización que hacen que un extranjero no se pierda, más tenga vida eterna. Y es que recorrerla a pie se hace tan mundano -en el sentido terrenal, no pecaminoso-, que genera esa sensación de recorrer grandes metrópolis, como cuando se recorre Nueva York. Como colombiano, uno sabe que está en el mismo continente, pero se siente esa amplia distancia cultural, de costumbres y de universo mental.

Después de estas letras con tinte de revista de avión, aquí van más postales desde Argentina, esta vez recorriendo otras comunas de Buenos Aires, que es como le llaman también a los barrios.


La popular Feria de San Telmo, que desde 1970 funciona todos los domingos en Defensa y recibe a más de 10 000 visitantes. Ahí es donde uno debe comprar el imán para la nevera, la billetera de cuero, la camiseta del Ché y otros muchos clichés.

Los puestos son negocios familiares de corte tradicional, donde las artesanías son cuestión de padres e hijos de todas las edades.

Imperdible venir a Buenos Aires y no conocer el Paseo de las historietas, circuito callejero por Monserrat, San Telmo y Puerto Madero. Allí se rinde homenaje a los personajes más importantes de la caricatura argentina, o como le llaman ellos, la historieta (obvio, por algo el paseo se llama así).

Ahí, en Defensa y Chile, a la altura 371, está la casa donde vivió Quino mientras hacía a Mafalda. Bueno, la foto lo dice todo.

La tradición es tomarse foto con Mafalda, Susanita y Manolito, el cual no sale en la foto porque lo tapó la señora del celular. La gente hace fila para esta foto, y la verdad vale la pena, porque Mafalda es de lo mejor que ha dado Argentina al mundo.

Cerca, muy cerca, está Puerto Madero, que es el barrio exclusivo de Buenos Aires. Aquí viven las personas con más plata del país, quedan importantes hoteles y hay todo tipo de restaurantes elegantes; y se entiende, pues la vista al río y a las fragatas hacen del paisaje algo inolvidable.


Pasar por Puerto Madero demanda caminar por el Puente de la Mujer, que es como cruzar el Brooklyn Bridge pero en menor escala.

El picnic en verano es casi que un plan imperdible en la Avenida Costanera. Aquí, las familias salen a tomar mate, compartir la comida y jugar Badminton. O por lo menos con eso me encontré.

El popular y bien ponderado Choripan, el cual sale, con bebida, por unos 53 pesos argentinos, que son como COP $11 000. Uno lo puede rellenar con lo que quiera.

El Rally Dakar tiene su parada y pasada obligadas por Buenos Aires. Aquí un fanático charla con uno de los pilotos que estaba limpiando su carro. La escena transcurre en la entrada del Hotel Hilton de Puerto Madero.
Estadio Luna Park, lugar donde las actividades culturales de todo tipo han tenido su lugar. Aquí Maradona hizo su fiesta de matrimonio, boxeó Carlos Monzón, tocó Red Hot Chilli Peppers, y predicó Dante Gebel. Todos gente de mi completa admiración.

Reza el tango de Carlos Gardel que aquí, en Corrientes 348, transcurre una historia de amor y cocteles. Lo bonito es que el lugar conserva la fachada homenaje, que hace que se resalte el lugar en la zona.

Para muchos, Corrientes 348 remite a Gardel. Para mí, remite a Rescate.

Pecado es no probar las empanadas argentinas, todas preparadas al horno, con muchos quesos y aceitunas negras. Aquí un puesto de empanadas en la Avenida Federico Lacroze.

Rosedal de Palermo, un lugar para quienes aman las flores. Yo, que soy severa flor, tenía que visitarlo. Obviamente no duré ni un minuto allí.

La gente cuestiona mucho el ego de los argentinos, pero cuando uno comparte con ellos se da cuenta de que tienen un arraigo distinto, una identidad nacional que no se pone en duda ante nada, tan diferente a Colombia. Este es un tremendo copy visto en GreenEat, maravilloso mercado natural.

Me explicaron que cuando un auto tiene una botella encima, quiere decir que ese auto está en venta. Creo que este tipo de cosas son las que revientan la cabeza del turista, como me pasó a mí, que quedé feliz de saber esto aunque no me servirá para nada en la vida.


Niños felices alimentando peces. El cuadro es totalmente internacional, casi que podría ser una postal de Miami. La foto fue tomada en un lugar bien internacional: el Jardín Japonés.

La comunidad asiática tiene en Argentina un lugar preponderante, casi que sucursal. Impacta ver a chinos, japoneses y koreanos haciendo negocios y conviviendo tan naturalmente.

Heladería Freddo, un clásico argentino que está en todo lado. Recomendado el helado de Mascarpone.

Y ya que hablamos de comida, esta es La Casona del Nono, restaurante de parrillada y carnes en Lavalle. Allí uno se puede aplicar una buena comida para dos en 300 pesos argentinos.

La pizza argentina es diferente, más delgada, más Chicago, más quesuda. Recomendada la Fruzzeta, que es hecha a base de Muzzarella y cebolla. Pizzería Kentucky en Palermo viejo, calle Soria. 

El popular Subte, capturado en movimiento en plena Línea D Estación Scalabrini Ortiz. La forma de movilizarse así, por debajo de la tierra y a media luz, cosa a la que no estamos acostumbrados en Colombia, donde el 'a media luz' es común a la corrupción de vivir con zonas de oscuridad en todas las esferas del poder, no a tener un Metro y condiciones de transporte decentes.

lunes, 8 de febrero de 2016

Zoom

Dicen por ahí que todo niño llega con su pan debajo del brazo. Yo, que de engendrar solo sé la teoría, prefiero decir que todo viaje llega con su bicoca en el calabazo. O mejor dicho, siempre que viajo doy con gangas de la vida, con personas que no son baratijas, pero desinteresadamente me dan lo mejor que tienen, me enseñan y hasta me mantienen, literalmente. A ellos les agradezco siempre, porque mi filosofía de viajar en temporada alta con presupuesto de temporada baja solo es posible gracias a tanto mecenas latinoamericano.

Así, con suma gratitud, empieza una tanda de postales donde se recogen algunos momentos vividos, percibidos y apropiados a mi estilo, donde mi cabeza hizo zoom a lo que le importaba. Arrancamos con Buenos Aires.

Tren de la Costa, Estación Olivos. Allí, por 10 pesos argentinos, se puede viajar tanto a Tigre, a 40 minutos al norte de Buenos Aires, como a Retiro, la estación central donde se conectan los trenes.

Tradición culinaria esta de probar facturas, que es como se denominan las colaciones y productos de panadería.

Un tributo citadino y casual a The Beatles, con gente que ni supo que sucedió en mi mente. Vicente López, Provincia de Buenos Aires.

Parque 3 de Febrero, clásico bonaerense a la altura del Barrio Palermo. Al fondo se ve un McDonalds, y justo al lado hay un box de Crossfit. Así es Argentina, todos conviven con todo.

Personas camino al Planetario de Buenos Aires. En las noches la cúpula se ilumina con diversos colores. Me di por bien servido al pisar el lugar donde Soda Stereo grabó el videoclip de Zoom.

Pareja en Picnic en uno de los lugares más maravillosos que tiene la ciudad: Bosques de Palermo. De entrada impacta el montón de gente haciendo ejercicio a cualquier hora del día.

Floralis Genérica. Avenida Figueroa Alcorta en la Plaza de las Naciones Unidas. Es una maravilla porque se abre y cierra según la hora del día. Igual, todo eso está explicado en Wikipedia. 

La ciudad tiene un servicio de bicicletas gratuito al cual se puede acceder por teléfono o por una app. Aquí la bicicleta en la que anduve y de fondo la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.

Pareja bailando tango debajo de El gomero de la Recoleta, árbol milenario junto al Cementerio. Es tan grande que cubre hasta un café improvisado, y en verano da sombra.

El mismo gomero desde un punto de vista mejor, diría yo.

Entrada del Cementerio de la Recoleta, lugar donde reposan los restos de los argentinos más prestigiosos. Curiosamente, aquí no reposan los restos del General Juan Domingo Perón, los cuales fueron profanados en el Cementerio de Chacarita, que es donde entierran al pueblo.

Entrada al Teatro Colón, uno de los tres mejores lugares para ver Ópera en el mundo.

Obelisco, en la Av 9 de Julio. Fot clichezuda de un imperdible argentino.

Sucede que los argentinos son gente que va diciendo las cosas como son, sin aspavientos ni adornos de ninguna clase. Y esto se refleja en su poder sindical, porque como no le comen a mucho, tampoco a lo que no les gusta. Aquí una huelga de una cooperativa.


Buses así recorren la ciudad. Interesante que cobran una tarifa dinámica con base en el lugar hacia donde uno vaya. Buses, Subte y demás, todo está unificado con la tarjeta SUBE. Al fondo, un bus amarillo de turismo.

Tren de la Línea Mitre. La foto es un punto de fuga, sí, un intento de mostrar lo largo del articulado.

Villa Retiro, uno de los sectores más deprimidos y peligrosos de la ciudad, según dicen. Resulta impactante ver desde lejos las casa roídas, que están tan cerca de lugares tan snob como Puerto Madero.

Estación Retiro, que adentro parece un micro mundo de Harry Potter. Aquí se conecta Subte con Trenes Argentinos, todo por precios relativamente bajos a comparación de Colombia.

Me habían dicho que los argentinos eran excelentes redactores. Para la muestra, un botón amarillo.

Casa Rosada, lugar de Gobierno de la nación. Se hacen recorridos gratuitos los sábados en la mañana. En la foto, una señora que posó para mi cámara, sin miedo, sin problema, como uno debería tomarse las fotos con los edificios.

Conocer la historia argentina demanda explorar oscuros capítulos donde las dictaduras marcaron miles de vidas, donde algunas se levantan a tratar de reclamar justicia así cueste la vida. Aquí una de estas admirables gestas, Abuelas de Plaza de Mayo, asociación que busca reconectar a las familias que se separaron debido a la dictadura del 76'. Ya son más de 109 casos de éxito.

Avenida Diagonal Presidente Roque Sáenz Peña. Debajo corre la Línea D del Subte, Estación Catedral. Al fondo se ve el Obelisco, siempre imponente, y para muchos el fiel representante del machismo, ya sabrán por qué.

Lugar altamente recomendable, por todo y en todo sentido. Naturalmente, con el solo nombre ya hay mucho interés.

Las caminatas deben ser largas, pues solo recorriendo las ciudades es que medianamente se alcanza a percibir su carácter. Lo interesante fue seguir en el recorrido, con la expectativa de lo que me habría de encontrar debajo del brazo, que es donde quedan las axilas y donde se guardan las agendas com muchos recuerdos.


lunes, 1 de febrero de 2016

Con furia

Hay una pregunta que me abraza, y es muy sencilla: ¿Por qué nos gusta viajar? Uno dirá que es la manera de reinventarse, renacer, aprender sin estudiar; pero siendo honestos, viajar es desgastante, caro y hasta incómodo. Lo dice alguien que ama montarse en un avión, pero odia pasar por una migración; alguien que sueña con caminar por todas las ciudades posibles, pero detesta las casas de cambio y sus tarifas.

Igual ignoramos esa incomodidad, y está bien que así sea, porque lo que incomoda es lo que después uno más respeta. Lo que incomoda es lo que al final de la película de la vida merece gratitud, como el mejor de los conflictos aplicado a la realidad. Me ha tomado años aprender a darle gracias en el presente al yo inseguro que tomó el riesgo en el pasado, porque el yo del futuro fue -o será- construido desde entonces. No es una reflexión hippie producto de las horas de espera aquí, en el Aeropuerto Tocumen de Panamá, más bien es el concepto de fondo de mi vida viajera.

Bajo ese espíritu emprendí uno de los viajes más arriesgados que he tenido: me decidí a visitar tres países, caminar por seis ciudades, viajar en seis aviones, dormir en dos aeropuertos, montar en dos buques y caminar kilómetros enteros para darme cuenta, en el presente que será pasado, que estoy viviendo, simple y llanamente disfrutando la vida que he podido recibir.

"Una eternidad esperé este instante..." Entre Caníbales, Soda Stereo

Y heme aquí, cumpliendo el sueño infantil y juvenil de conocer Buenos Aires, ciudad que desde siempre me pareció interesante. Debe ser porque mucho del contenido cultural que he consumido ha surgido en este país, tan cultural, tan abierto mentalmente, tan lleno de cosas inciertas como de colombianos radicados. Escribo desde la curiosidad que me produce recorrer las calles por donde caminó Cerati, o el mismo Gardel; o siquiera pensar en que Rescate debe andar por ahí, al acecho. Son tantas las cosas por conocer, que de solo pensar en ellas, se me abruma la cabeza y me dan ganas de quedarme quieto, debe ser producto de la comprensión de que se viene algo grande.

Viajo con expectativa, porque los viajes siempre me resuelven la vida. Viajo con tensión, porque ni el mismo idioma será suficiente para sobrevivir. Viajo con furia, porque ante una ciudad tan basta como esta, uno no puede permanecer con las emociones equilibradas. Este será el memorial de lo que vendrá, y solo el tiempo dirá si coincide con lo que de verdad terminaré viviendo.