lunes, 3 de febrero de 2014

La rodilla de Dios

Venir a decir a estas alturas que se lesionó Falcao es una completa idiotez, pues el país entero ha estado volcado de atención a él y ya sabemos que hasta le fue bien en la cirugía. Y creo que merece toda la bulla, es el mejor futbolista colombiano del momento y va en camino a ser el mejor de la historia de esta Patria Boba. Lo que me gusta de Falcao es que es ese lado cute del deporte, pues no se le ha visto involucrado ni en escándalos, ni en lupanares, ni en ninguno de espacio donde nuestros mejores deportistas siempre tienen su segundo hogar.

Falcao es de los pocos futbolistas que no son producto del azar. No en vano sus nombres, Radamel Falcao, todos obedeciendo a la pasión que su papá le transfirió y a ese sueño ancestral de quien siempre labró el camino de su hijo y se atrevió a sugerirle un destino. Esa historia me gusta, porque todo lo que involucre padre e hijo me enternece, me acuerda de Dios, el mismo que Falcao conoce, sigue y demuestra en sus acciones.

Me impacta que después del anuncio de que Falcao podría perderse el Mundial, Colombia entera empezó a manifestar su preocupación pero a la vez tranquilidad en que Falcao es un tipo de fe, cristiano, de esos que llaman las cosas que no son como si fueran y viven para contar milagros. Esa es otra historia que me gusta, la de un personaje público que le da la gloria a Dios y reconoce en él a su proveedor y sanador. Eso trae paz, y de entrada me lleva a pensar que es el papayazo para aquellos que generalizan a Dios como coautor del MIRA, porque será en una situación como esta en la que el cielo brillará y veremos algo espectacular suceder.

En el fondo, me alegra que esto haya pasado. Creo que las crisis y los desaciertos siempre tienen una razón, o como dicen las mamás, pasan por algo. Ahora y sin quererlo, los cristianos volvemos a estar en boca del país, también gracias a la entrevista que le hicieron a Daniel Torres. Yo solo me acuerdo de lo que ha pasado con la Piraquive y no la juzgo, porque como humanos la embarramos, pero sí me da un poco de escozor que por acciones de unos nos caigan a palos a todos, que por un cristiano mal parado se crucifique al resto, literalmente hablando.

Si alguno de ustedes, oh amados caba-ñeros y caba-ñeras, no conoce a Dios y le parece interesante, empiezo por decir que tratar de relatarlo en palabras es complicado. Él es una experiencia de vida en sí mismo, y solo atreviéndose a conocerlo personalmente es que se logra medio darle coherencia; porque eso sí, Dios no tiene sentido.

Ahora que hablamos de enfermedades, en 1997 le tenía profundo terror y miedo a Marilyn Manson. Sí, particular, pero me paralizaba el hecho de pensar que llegara a mi cuarto y me mostrara su ojo de vidrio, me confesara que sí era Paul el de Los años maravillosos, y quién sabe qué vejámenes más. Cuando empecé a dejar de salir por miedo a bajar las escaleras, mi mamá algo desesperada no tuvo más remedio que llevarme donde un pastor muy particular, Ariel Muñoz. Quienes lo conocen saben que, aunque le pueda doler a los fanáticos, no tiene una mano y por lo tanto no debería subirse a un púlpito. Pero eso sí, lo que le falta de cuerpo le sobra de fe, algo así como me pasa a mí.

En crisis como esa fui a dar con Dios, y me di cuenta que el miedo paralizante, el mismo que no deja que uno corra riesgos y que mete mentiras en la cabeza, era algo que tenía que erradicar. Viendo a Falcao me acordé de eso, porque sé que al final todo va a salir bien, tal cual como me pasó a mí, que aunque nunca me he roto ningún ligamento cruzado, conozco a un Dios que usa la creación completa para llamar nuestra atención.

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