martes, 7 de enero de 2014

Seguridad neoyorquina

Antes de venir a Nueva York, estuve leyendo que según reportes estadísticos del National Safety Council, el National Center for Health Statistics y el Censo de Estados Unidos, es más probable que la policía sea la que determine la muerte de un ciudadano a que lo haga un terrorista. Suena desquiciado, pero las cifras son más exactas: hay 17600 veces más probabilidades de morir de un ataque al corazón que de un ataque terrorista; 11000 veces más probabilidades de morir en un accidente aéreo, que de un ataque terrorista que involucre un avión; hay 1048 veces más probabilidades de morir en un accidente de auto, que en un ataque terrorista.

Podría seguir citando y citando números, todo para decir que caminar por esta ciudad después del recordado 9/11 trae una suerte de seguridad, de esas que uno no siente en el país de donde proviene. Recuerdo que ese día de 2001 estaba en octavo, en plena clase de geometría y di gracias por el suceso infortunado, porque me salvó de una tediosa clase y me llevó a pensar en esta ciudad. Aquí más de lo recorrido.

Esta foto fue tomada segundos antes de que fueran las 0 horas del primero de enero de 2014. Es el popular balldrop de Times Square, tan tradicional como la ciudad misma. Para entrar, lo mejor es reservar en un lugar de la zona, porque la policía acordona el área y es prácticamente imposible entrar después de las 7pm.

Este es un mercado de mariscos y demás comida de mar en Chinatown. Ahí se encuentra la versión china de todo lo que se busque: Rolex, Gucci, y todo por lo que se paga tan caro en Manhattan.

Siga, siga. ¿Qué tallita de pato colgando busca?

Esta es Lombardi`s Pizza, que según History Channel, es la mejor pizzería de Nueva York. Todavía tengo mis dudas, porque probé una en Brooklyn que la rompe. Queda en una esquina de Spring St, en pleno Little Italy.

Seguí la luz al final del túnel y me quedó gustando.

Metropolitan Opera, en pleno Lincoln Center.

Esta fue la noche antes de la tormenta. No es figurativo, es literal: al otro día la nieve partió la ciudad. Esta es una de las esquinas de la Grand Central Station. Al fondo, el clásico Chrysler Building.

Detrás del hotel esta mini escultura basada en la foto Lunch atop a Skyscraper, un ícono neoyorkino.

No son conejos ni patos colgando en una vitrina china, son dos maletas de Yoda encontradas en la juguetería FAO. USD70, algo caras para tener sólo un bolsillo en el que cabe una billetera.

Un rinconcito Beatle en la FAO. Casi pierdo el conocimiento.

Estas son las pendejadas que lo atrapan a uno en este país.

No lo compré y sigo sin saber por qué.

Esta es parte de la imagen de Gap. Integracionista y sin lugar a la discriminación, según dicen.

La chica de mis sueños, tal cual como me la recomendó el Señor.

El clásico Flatiron Building, ubicado en la 5ª Avenida con 175.

Ya es parte de cualquier visita a Estados Unidos pasar por una tienda de Dr. Martens (no Martins, por favor). Como siempre, todo en tallas grandes y no hay Martens Kids para Hobbits como yo.

Union Square Park. Al fondo la New York Film Academy. Soñar sí cuesta, más o menos USD14000 el semestre.

Casi me rompo la espalda tomándole esta foto al Empire State. Tan alto que ahí debe vivir el altísimo. Chiste malo, pero no tanto como las filas para entrar a ver la ciudad, por unos USD27.

Mi lado poético aflora con este cielo y Manhattan de fondo. Te la regalo, tú no sabes quién eres.

Una pared de graffitis en Queens. Cuando llegué era otra cosa, y parece que cada semana remodelan.

MTA (Metropolitan Transportation Authority), o mejor conocido como el subway. Este cuadro es recurrente, gente que evita tocarse, hablarse y hasta mirarse.

Otro de los distritos metropolitanos de New York: Staten Island. Se llega en subway, tomando la ruta roja hasta la estación South Ferry. Es aquí donde se toman los ferris para visitar la Estatua de la Libertad.

Gaviota que de lo lejos vuela muy alto.

La gran chica. Pocos saben que es un regalo de Francia.

Momentos meditabundos en el ferry. Al fondo, el Manhattan Bridge.

Para un campirano como yo, ver los charcos convertidos en mini pistas de hielo es despampanante. Aquí una ardilla tratando de comer raspao.

El becerro de oro que Israel adoró en el Antiguo Testamento debió ser una vaina así.

Charging Bull, en pleno Wall Street. La genre hace fila para tomarse foto tanto adelante como atrás. Vainas increíbles como esta se ven a diario.

Gracias a Dios los papás de este niño no me vieron, o posiblemente me hubiesen acosado de depredador sexual, o algo peor.

No es un carro recalentando. Es vapor que sale de las alcantarillas y que por el frío, se convierte en aire caliente carroñero. La temperatura ya ha bajado a -10 C.

El día del 9/11, la Trinity Church dejó de ser un templo católico para convertirse en museo, refugio, centro de encuentro ecuménico y por supuesto cementerio.
Esta es la fachada. Está a un par de cuadras del World Trade Center.

A cambio de propinas, este tipo cuenta la verdadera historia del 9/11 y además pule este tributo a los 2823 muertos de aquel día.
En el lugar donde estaban las torres, ahora está el Memorial 9/11. En los huecos que quedaron se hicieron dos piscinas, la norte y la sur.

En cada piscina están escritos los nombres de quienes trabajaban en las torres y murieron allí.

Todo iba bien hasta que la gente de ABC se pilló que La Fiebre de las Cabañas estaba cerca, entonces tocó perderse porque estamos en vacaciones. Seguiremos informando. Sigan ustedes en estudio, Ricardo, Jorge.

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