miércoles, 26 de diciembre de 2012

Problemas técnicos

Últimamente entro a Facebook solo para terminar saliendo ciego de ira. Veo noticias de gente cercana, leo en esas notificaciones que están felices, que su vida cada día es más rechinante, que encontraron el amor y perdieron el respeto (tal cual como Dios manda). No me quejo: este agonizante 2012 ha sido el mejor año de mi historia, pero igual me hierve la sangre la alegría digital del prójimo, su sobradez y status quo tan opuesto al mío, que parece una temporada larga de Sábados Felices.

Así es: experimento problemas técnicos. Tengo unas neuronas programadas a pensar lo bueno y lo honesto, así que lucho cuando en flashes forward me veo desde un campanario descargando una M82 sobre las cabezas de quienes viven en una felicidad instagramera, de aquellos que postean su comida, amaneceres o atardeceres, versículos bíblicos, anillos de compromiso, pedidas de mano y demás material que al parecer los hace superiores que el resto de los mortales. No los envidio ni me les amilano, en serio, solo que detesto esa vida plástica que vendemos a través de las redes sociales. Vendemos, me incluyo, porque aunque no tengo Instagram, uso Twitter y hasta Facebook como inyecciones inflamatorias al ego.

Ya veo lo que dicen sus ojos, oh amados caba-ñeros y caba-ñeras, que soy un resentido social, que vaya y me desahogue donde me toca, que no publique estas cosas que a nadie más le interesan, que además de Olafo y paticortico ahora resulté creyéndome de mejor familia, que brincos diera, que tengo hambre. Ignoren lo que sus cabezas dicen de mí. No hagan caso, son rumores, son rumores. Lo cierto es que hasta mi propia familia extendida ha optado por dejarme ir, como si promulgar un cristianismo cotidiano fuera una epidemia de proporciones bíblicas. Y mis camaradas también, pues parece que pensar diferente es autoexcluírse de los rituales que se supone nos unifican.

Esa bendita maña social de querer hacer parte de todo, de ser el punto de quiebre de muchas vidas, de entregar el corazón y la vida a extraños en la calle es desgastante. A eso le llamo problemas técnicos: ese desbalance real basado en la 2.0, esa sensación mamerta y comparativa de incomodarse gratamente con quienes hacen su vida a pesar de uno.

Termino el que ha sido el mejor año de mi vida al estilo de una curva dramática. Empecé 2012 en una playa, con el corazón oliendo a coco y piña y bajo la linda bruma de una ilusión onírica; naturalmente lo termino con todo lo opuesto: sentado en una oficina, con el pelo aplastado y el bigote resoplando fruto de una sensación que todavía no logro identificar. No es rabia, no es ira, tal vez es una suerte de frustración depresiva parecida a la que enfrentó el profeta Elías: he guerreado con valentía y he vencido en las mejores plazas, pero adentro me siento en la lona, con un deseo de escapar, de hacer que todo arda o en su defecto explote.

Tenía otras expectativas de la resolución de estos 365 días de cyberpunk divino, pero no puedo negar que si algo aprendí este año es que el secreto está en enfrentar la vida a pesar de los problemas técnicos. Me le he fugado a la candela muchas veces, me he empapado las rodillas con Isodine y limpiado los ojos con colirio desde que tengo memoria espiritual; me le he medido a sendos cocodrilos siendo un pequeño gato de basurero como para que ahora una cueva me encarcele y acabe. No me siento ni en ventaja o desventaja por contar que hay algo en mí que todavía no termina de ajustarse, pues también creo que la fe no es solo hablar "positivamente", sino hablar con inteligencia, con la conciencia puesta en el cielo y la mirada puesta en la cruz.

Esto me ha llevado a tomar una decisión: este 2013 habrá cambio de mando. No sé ustedes, pero yo me mamé de ser testigo, cómplice y hasta celestino de las historias de otros. Es verdad que me gusta ayudar a que muchos encuentren el propósito de su vida, su camino y destino; pero como dijo mi papá cuando descubrimos que tenía amante: ¿Y dónde quedo yo? No iré a buscarme una oficinista que me acepte una invitación a comer Pollo en la Primera de Mayo ni mucho menos; solo sé que me iré, saltaré, volaré, oh-oh, cantaré, oh-oh-oh-oh. Haré algo más con mi vida que contemplar cómo los sueños de otros se cumplen, con o sin mí.

Aquí estoy, diciendo adiós con la última entrada del año, parafraseando a Dante Gebel, haciendo mi versión libre de algún Salmo, elevando una plegaria en la cual solo pido ser libre de aquel en quien no confío, el que siempre me traiciona, el que me falla por tener mal instinto y se esmera en hacerme presa de sus malas intenciones. Pido ser libre de mí mismo.


@benditoavila

3 comentarios:

  1. Me gusto mucho el texto, me gustaron estas frases:
    "Y mis camaradas también, pues parece que pensar diferente es autoexcluírse de los rituales que se supone nos unifican."
    "No me siento ni en ventaja o desventaja por contar que hay algo en mí que todavía no termina de ajustarse, pues también creo que la fe no es solo hablar "positivamente", sino hablar con inteligencia, con la conciencia puesta en el cielo y la mirada puesta en la cruz."

    Para terminar espero seguir leyéndolo el otro año, le escribe una cabañera que le gusta como escribe, y respeta la forma en que lo hace, que no pretende conocerlo por leerlo pero que si espera que sigan creciendo las historias, y que eso que espera para el otro año se dé, saludos desde algún lado, desde cualquier teclado de cualquier computadora.

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  2. es increible lo que un par de manos y un teclado y una gran inspiracion pueden llegar hacer , tu meta no esta en escribir esta en trasmitir y quiero decirte que lo has logrado , me uno a tu lucha Por un 2013 fuera de lo comun dentro de lo cotidiano ¡

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