martes, 23 de octubre de 2012

Noche de ADN

Todo cristiano tiene su precio, aunque a decir verdad el mío no es muy caro. De nada me sirvió promulgar lealtad, fidelidad a los principios, ni ninguna clase de consagración en vida cuando ante tal oferta dije: "Listo, hagámoslo". En mi defensa, me vendí después de haberlo pensado, pues me preocupaba mi prestigio, mi buen nombre e identidad cristiana. Pero también vi que se dieron las cosas sin forzarlas mucho y eso en cierta medida me dio la paz cuando la gente de Enlace me ofreció una boleta para ver a Dante Gebel en Bogotá a cambio de tuitear del tema. Sí, me vendí por un pan dulce.

Aquí ya hay una contradicción muy fuerte que para un Grinch local, un Woody Allen criollo y neurótico espiritual como yo encierra una ironía: yo, Luis Carlos Ávila R, crítico acérrimo de los medios de comunicación cristianos, era contactado por el canal de televisión al que más he disparado con mis ponzoñosas apreciaciones de producto y contenido. Gracias a Dios no soy un ortodoxo idiota ni extremista ñoño, pues es de valorar que la gente de Enlace muy atentamente me contactó, llamó, buscó y ofreció con nombre propio la entrada gratuita al evento. Bendije a Enlace, a los que trabajan allí, y a mi cuenta en Twitter aunque desde siempre ha sido bendita la muy bendita.

Pero bueno, eso no es lo interesante, ¿o sí? para muchos puede que sea divertido pero para mí es una lección de humildad, porque cuando me creo la chimba Dios usa gente y hasta empresas claves en Su Reino para aterrizarme y mostrarme el grado de idiotez, estupidez y boludez que cargo en mis venas. Aclarando y confesando mi miserable prejuicio, me queda decir que fue un momento lindo de mi vida tuitera, pues nunca antes Twitter me había servido para algo concreto y real más que algunos RT y menciones. Fue algo lindo, pero no tanto como caminar bajo la inclemente lluvia del viernes en la noche, a buscar lugar, a encontrar destino y a cargar baterías con uno de los predicadores cristianos que más he admirado en vida.

Desde que tengo memoria cristiana, he admirado a Dante Gebel. Recuerdo sus prédicas los martes a las 4pm por Enlace -cero y van dos-, donde me impactaba un cristiano que además de hacerme reír me retaba con su discurso más que emocional. De Dante aprendí que un comunicador debe hablarle a la necesidad de las personas y tiene un reto tácito cada vez que se trepa en algún púlpito: no agregarle ni quitarle nada a la revelación divina. La gente ha creído que lo idolatro, pero lo cierto es que lo admiro y mucho. Los ñoños religiosines siempre hablan de quien rompe esquemas y así como hablan de mí, han hablado de Dante y véanlo ahí, removiendo cabezas con hachas espirituales. Eso me alimenta el deseo de avanzar como alguien que quiere ver arder el mundo. Aquella noche, con los pies secos pero con los hombros empapados, me senté a recibir una cátedra práctica de lo fundamental para ser cristiano.

Dante habló del ADN, de cómo olvidamos la esencia del cristianismo y la terminamos enterrando para que la gente se quede con un decorado, una caja con moño que disfrazamos de positivismo, valores, felicidad, solución a los problemas. Si en algo he pensado en vida es en eso, en cómo hemos hecho del cristianismo un producto mercadotécnico donde la cruz es un objeto subvalorado. Empaquetamos a la gente en procesos, niveles, ministraciones, ayunos y cuanta práctica cristianamente se nos ocurra, desconociendo que el centro debe ser la cruz y la conciencia personal de necesitar un salvador.

Tristemente creí que nunca iba a poder ser cristiano, pues hace 10 años di con una Iglesia donde aprendí elementos buenos pero viciados: aprendí a tener una relación con Dios edificada desde las mañas, los gajes de oficio y del beneficio. Creí que Dios era alguien a quien debía buscar dejando de ser yo mismo y convirtiéndome en una suerte de Ned Flanders que seguramente evolucionaría en Walt White en algún momento. Por eso, cuando en verdad pude conocer a Jesús, mi vida se partió en dos, porque lejos del esquema religioso y de mi estructura emocional, entendí que de ahí no me sacaría ni la Javeriana, ni la radio, ni el oficinismo, ni la neurosis, ni la soltería, ni nada.

Dejemos la payasada, caba-ñeros y caba-ñeras, que esto no se trata de nosotros, de hacer reuniones cortas para que podamos salir a hacer planes, o de no saturarnos con compromisos eclesiales porque "tenemos una vida real afuera": esto se trata de Él, de la conciencia plena de que al morir en la cruz nos redimió y escogió, de darle la prioridad y el lugar al piloto que debe guiar al avión, el único que podrá hacer que esa nave con destino a Temptation Island haga un giro en u, para embarcarse hacia un destino mejor que el soñado.

Me gusta ver que cuando me imagino a un Jesús punkero, violento, energúmeno y no tan buena onda no estoy fuera de onda. Jesús vino a que lo siguiéramos, fue influyente, firme, no un caribonito y tiernito como el que nos vendió Mel Gibson en su momento. Jesús es amor, pero todo amor carga algo de violencia interna. Si vino a que lo siguiéramos, ¿por qué esperamos que sea él quien se ajuste a nosotros? Jesús no perdía el tiempo haciendo milagros para convencer a la gente de que lo siguiera, lo hacía porque en cada uno de ellos imprimía su influencia. No esperaba que volvieran la semana siguiente para "terminar de convencerlos", no los convencía a cuotas sino que capturaba su atención de un primer impulso.

Salí del lugar con el corazón y la cabeza a mil, pues los retos espirituales involucran no solo el músculo de la fe, sino todo el ser. Son cuestiones ontológicas y de identidad y creo que eso es lo que resume mi vida, lo que me hace ser quien soy: entender que un encuentro con Dios arruina el apetito por los encuentros humanos, que 30 segundos frente a esa cruz fundamentan y cambian a alguien para siempre.


@benditoavila

3 comentarios:

  1. Que gusto leer este blog. Ojala en algún momento tenga dentro de sus planes escribir un libro.

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  2. Luis Carlos, hace poco que lo leí y estoy impresionada del talento que tiene... de verdad que no sólo por el excelente uso de las palabras sino por el contenido tan perfecto, que inspira. Todo este texto es wooow! gracias por compartirlo. Saludos desde México!

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  3. El mejor texto para confrontar a otros, siempre empieza por uno mismo. ¡Gracias!.

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