lunes, 3 de septiembre de 2012

Laboriel

Lo que más me gusta de vivir como vivo es que todo me llegan después. Me gustan las cosas que en otra época tuvieron su apogeo: las gafas de Woody Allen, los Nike Air Force One, Chespirito, Breaking Bad y así con todo. No puedo pelear por ello, pues últimamente escribir en La Fiebre de las Cabañas es algo parecido, es como retransmitir una serie vieja y deslumbrarse con algo que en otro lado ya fue reconocido y valorado. Es celebrar al descubrir una canción estrenada en 1972 y seguir creyendo que hay muchas cosas nuevas en el pasado.

Lo bueno de llegar tarde a ciertos momentos de la vida es que siempre guardo la expectativa. Otros ya se deslumbraron con Europa mientras yo sigo esperando que llegue el día, algunos ya probaron las mieles del amor mientras yo acumulo 15 invitaciones a matrimonios donde la tarjeta va dirigida exclusivamente a mí. En 13 de ellos algunos invitados creyeron que era el pajecito, aunque eso es otra historia. Me gusta pensar que las cosas tienen su tiempo específico, que es cuando uno menos lo espera. Tal vez ese arrojo es el que me ha llevado a bailar al son que me toquen y no tanto a imponer un beat para el cual no estoy entrenado a tocar.

Desde que tengo memoria he amado la música. Este fue el año de rebobinar el casete y de vivir en lo impensable, de recordar que las cosas que apasionan jamás deben ser enterradas. Solo fue tomar la determinación de cambiar la estructura mental para que con un guiño el cielo me aprobara en gesto. Decidí reconectar mis dedos con el slap y con los callos que el teclado nunca podrá sacar. Retomé el bajo y justo por esos días me enteré de la visita de uno de los bajistas que más me motivó a tocar hace 10 años, un músico que a pesar de ser cristiano es excelente en lo que hace -sí, el común de los cristianos es mediocre-, un grande de los grandes que dictaría una clínica exclusiva, un jazzista emotivo y un genial instrumentista. Podría seguir ampliando la información, pero es hora de que sepan que es Abraham Laboriel.

La gente piensa que tocar bajo es aburrido y hasta insensato. Claro, todo es culpa de Los Simpson. Pero cuando uno ve tocar en vivo a Laboriel uno cambia ese concepto. Ver y oír algo como esto es bastante emocionante, pero lo que más me impacta de la gente que admiro es que no solo aprendo sus técnicas, los grandes maestros enseñan para la vida y Laboriel no es la excepción. Asistir a una clínica con él es un ejercicio espiritual más que musical, es un encuentro con las motivaciones y con la responsabilidad del músico y del melómano.

Abraham inicia hablando de su visión del músico. Para él, el mensaje más importante que un intérprete debe llevarse de sus talleres es que tiene la habilidad de provocar algo hermoso en otros, que así sea una sola nota la que se sabe tocar debe hacerse con todo el corazón porque solo así la gente percibirá el amor. Obvio los asistentes, músicos de todo tipo enfocados en la técnica solamente, siguieron derecho en muchas de sus frases célebres. Mi cabeza no pudo evitar tomar nota de algunas:

- "Las nuevas ideas nacen de alguien que se atreve a compartir"
- "La vocación del artista es ayudar"
- "Lo que practicas es lo que tocas a la hora de la verdad"
- "La pregunta correcta para un productor sería ¿qué puedo hacer con mi bajo para aportar a tu canción?"
- "Hay algo que suena en la radio y de repente me marca. Voy a la tienda, compro el disco y resulta que ahí toqué yo"
- "Denlo todo. Esto no es un ensayo"
- "La música no es un deporte para competir, sino un arte para compartir"
- "Las familias no deben ser víctimas del hambre de fama de un artista"
- "La amistad no depende de la identidad"

Lo mejor de conocer a la gente que uno admira es oír este tipo de percepciones, las cuales confirman que los dignos de admirar no solamente reposan en el virtuosismo, también son gente curtida y madura que ha llegado alto además por su forma de pensar. Salí retado, con ganas de escribir y además de tocar. Lo primero lo estoy haciendo ahora, tarde pero finalmente llegando. Lo segundo lo haré pronto. Muy pronto, solo por Nuestra Tele.


@benditoavila

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