martes, 17 de enero de 2012

Razón 10 000

Nunca imaginé que La Fiebre de las Cabañas llegara a superar las 10 000 entradas: esto quiere decir, mamita y papito -ambos leen esto y hasta lo recomiendan entre sus conocidos-, que más de diez mil veces algunos fulanos, zutanos y menganos -seguramente entre esos están ustedes- han visto en sus pantallas de computador esta página. ¿A cuento de qué? vaya uno a saber. El punto es que hay muchos que no ven la hora de que llegue una nueva entrada para ingresar, compartir y hasta amenazarme de muerte por mensajes internos (Es broma, mami).

Creo saber qué les produce interés de este lugar lelo: la comedia que a veces no hay, el respeto que jamás existirá por "Ai se eu te pego" en español y las constantes amenazas hacia el oficinismo. A mí no me gustaría meterme a leer el blog de alguien que se la pasa hablando de cosas que al colombiano promedio ni le importan, dando cátedra moralista y hasta tiene ínfulas de estrella televisiva. Nada más jarto que alguien con una pluma venenosa y mamerta que a lo Julio Sánchez Cristo, se propone decir qué es lo pertinente y que no lo es.

Así las cosas, hoy les ofrecemos un delicioso entremés reflexivo, tal cual como lo recetaría el Doctor y mami. Es que es cada vez más contundente que este año trae grandes cosas para la humanidad: los mayas, el amort oficinista y posibles cambios neuronales que hasta ahora se cocinan. El principio dice que si se quiere conquistar se debe arriesgar. Que ni el trabajo de los sueños o el amor de la vida llegan por correo, uno debe fabricarse el chance para que así las cosas funcionen.

Como veo que esta frase parece sacada de una esquela de Timoteo, prosigo a contar que en otro abrir y cerrar de ojos onomástico estaba en la ciudad amurallada tomando fotos a cuanta cosa me interesaba: turistas, negros, paisajes, extranjeras ricas y en general locaciones de un restaurante llamado La Flaca Bohemia, lugar donde mis amigos me esperaban para el almuerzo cumpleañero de una sola vez al año. Es usual ver turistas comiendo en temporada alta en tan distinguido lugar, pero nunca será normal que una horda de ñeros y además rolos ingresen a comer a la carta, en el sentido literal de la expresión: nos dedicamos a ver fotos, pedir los mejores platos -esos que no valen 10 000- ante la mirada inquisitiva de los comensales, quienes optaron por irse tras terminar de hacer lo suyo.

Fue así como el restaurante quedó solo, desocupado y personalizado para que como buenos capos, echáramos unos que otros tiros imaginarios al aire y nos convenciéramos que este sería el mejor día de mi vida, mucho más cuando sonó esta canción y nos recordó que por la noche la veríamos intepretada en vivo, pues todo estaba listo para ir a ver a tremendo grande de la música hacer de las suyas en el estadio de Béisbol.

Es curioso, pero la música de Juan Luis Guerra terminó sonando todo el resto del día de mi cumpleaños y por pura casualidad; de hecho, escribo estas letras y el iTunes juega con mi inconsciente emocional, como tratando de convencerme de que nada fue ni será casualidad, como por ejemplo el hecho de pasar las 10 000 entradas. Eso sí, si llego al millón seguramente o me raparé o me empelotaré en la Soho, porque eso no se ve todos los días.



@benditoavila

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