viernes, 16 de diciembre de 2011

Colofón

Como toda empresa que se respete, hay un momento reflexivo en donde se hace el balance del año, se evalúan los ingresos y la relación de estos con los activos y pasivos. Como sea, esta empresa que es como un hijo, La Fiebre, no podía quedarse atrás ante tan digna costumbre oficinista. Así que consultando con la junta directiva y comité asesor -recordemos integrado por Agmeth Escaf, la Cicciolina, Alejandro Villalobos entre otros representativos adalides-, este lindo remedo de espacio punkero para dummies ha decidido recordar los mejores momentos del año que agoniza con el pasar de cada segundo.

Año que se respete en el calendario avilista, inicia como todo el Colombia: al revés. Aquí se celebra y convoca gente cuando todo el mundo está por fuera, pero no sobran los escenarios conmovedores y lindos ligados a los onomásticos. El 2011 prometía ser un año fructífero, pero no llegó a ser ni un sal de frutas, pues la efervescencia e hilaridad se fueron opacando con el paso de los días y como buen latinoamericano al que se le tocan las fibras amorososas, hay un momento de autorechazo en el que uno pide a gritos ser leído como grande, para darse cuenta que es esa particularidad la que lo tiene a uno en pedestales creativos que en realidad están hechos de arena blanda y placentera, como Digestar Jalea.

Este año hubo momentos oscuros, pero otros tantos más soñados e ilógicos que generalmente son los más cute para contar y a los que mejor les va en rating. Me trajo mucho placer encontrar historias en el tiempo y en los periódicos viejos, pues esos son rincones donde se alojan oraciones vertebradas que a nadie más parece importarle leer. Si uno escribe de rupturas y desahogos está pescando en río revuelto, pues queda comprobado, oh amados cabañeros y cabañeras, que lo que a ustedes les gusta es las historias donde Dios es el encargado del sorpresivo punto de giro, tal vez fue por eso que el lado oscuro de la fuerza hizo su coqueteo por esta zona de letras y letrinas.

En este 2011 se vivieron días de días, donde la música y todo lo que ella desarrolla en la vida personal tuvo su parte importante. Además, uno de los grandes me enseñó que la fe es algo que debo desarrollar a diario si quiero permanecer con los pies aplomados. Pero de un momento para otro y producto de una crónica reflexiva sobre el amor resulté siendo leído como una celebridad tuitera, cosa que me desajustó la cabeza y la verdad, alcanzó a inflar el ego -el champú para hombres-.

Tristemente me volví un bloggero asesino, un destripador de la diferencia que con carne entre los dientes agarró una Biblia como ballesta y acribilló a más de uno, creyendo que imitando el estilo de escritor maldito agarraría más adeptos, sin darse cuenta que debía haber un acto redentorio y menos autopromocionante, porque ya había mucho visionario suelto al que conocer antes de pararse como el Martín Lutero de la nueva era. Era hora de aterrizar antes de que el pecho se inflara como globo de día de Acción de gracias y terminara explotando e impregnando a todos los presentes con vísceras.

Este año fue el mejor y el peor al tiempo, en una extraña correlación de la muerte con la vida donde mi propia existencia tuvo que pasar por un crisol para purificarse y limar las propias asperezas existencialistas. Fue ahí cuando entendí que mi misión es dejar de buscar lo que otros tienen y más bien enfocarme en lo que tengo en mis manos, en mis dedos, mi voz y mi cabeza: descubrí que mis ideas deben ser decantadas si pretendo que este 2012 sea el año del vuelo y la caída libre.

En 2012, cumplo diez años de militar en el cristianismo, así que asumo que Dios mismo pondrá nuevo material, escenas nunca antes vistas y demás material inédito que daré a conocer después de las vacaciones. Me espera la aventura, la playa, algunos ciclos por cerrar y prometo como lo haría Terminator: Volveré, pero en versión 2012, listo para enfrentar a los mayas.


@benditoavila

martes, 13 de diciembre de 2011

El Vaquero Vásquez

En un recreo de 1996 me hablaron de un rockero que tenía un ojo de vidrio, se había sacado las costillas y además presumía abiertamente de ser satánico. Fui a mi casa y le conté a uno de mis tíos, quien riendo y crujiendo los dientes sacó un disco que hasta la fecha nunca he tenido frente a mis ojos -y oídos- por más de 2 segundos: Antichrist Superstar, del polémico Marilyn Manson.

Ese día mi vida se partió en dos. Recuerdo que pensé que era algo excesivo y macabro, aunque yo presumía de ser un guerrero todoterreno, tal cual El Chavo del 8 a los 8 años. Ese día de diciembre fue la primera vez que sentí pánico real y tangible, pues recuerdo que desde ahí desarrollé una fobia enfermiza por Manson, por su imagen, su música y todo lo que conllevara su fétido nombre. Era tanto mi temor, que dejé de salir a la calle, al baño y evité por completo estar solo toda esa temporada de vacaciones a sabiendas que la había esperado con vehemencia.

En 1997 vivía en un 5° piso. Recuerdo que si quería salir al parque, debía bajar los cinco pisos completicos y sin detenerme, pues en la quietud oscura habitaba Manson. Si lograba bajar a toda prisa veía la luz de las zonas comunes al final del edificio, pero si me rendía sabía que Manson me tarerearía su música al oído y me haría llorar del terror en una esquina.

Mi estrategia para no enloquecer en el encierro fue memorizar las rutinas de los del cuarto piso: el vecino salía a trabajar tipo 9 am y yo, sin importar el estado de mi piyama, salía corriendo a escoltarlo en las escaleras, pues nunca sería capaz de decirle que no podía bajar solo. Días de experiencia me enseñaron a bañarme y vestirme en tiempos récord, costumbre que conservo hasta esta era. Lo mismo pasaba cuando lo veía llegar por la portería: sin importar la hora de la tarde, si el vecino subía, yo me obligaba a ir tras él, pues lo veía como el pasabordo hacia la paz de mi hogar.

Me cansé de vivir atado al horario de otro, así que desarrollé la estrategia más inteligente: bajar las escaleras cantando o silbando a la mayor velocidad posible; pero después de varios tropezones en el piso 2, donde vivían unos mormones que me regalaban quipitos, decidí enfrentar ese miedo que la Revista Dini me alimentó al poner una foto del suso-dicho (Si Suso hubiese existido para la época, yo ahora sería asesino en serie) entre sus páginas. Empecé a salir haciendo de cuenta que nada me afectaba, pero las noches sin dormir empezaron a pervertir las rutinas de todos con los que vivía, con mi familia para ser más exactos.

Fue ahí cuando mi madre tomó la decisión arbitraria de llevarme a un pequeño lugar en la Autopista Norte con calle 146, espacio que en la actualidad es un motel con fachada de club llamado Nápoles. Allí conocí a Ariel, un Pastor que puso una mano en mi hombro (recuerdo que era la única que tenía porque era manco) y me dijo que debía renunciar al miedo tan pronto como fuera niño, porque de adulto este me iba a poner tropiezos para todo lo que intentara hacer. Salí a casa con un colorido casete entre el bolsillo, una grabación que conservo hasta la fecha y que tras infructuosos procesos de búsqueda, encontré en versión bizarra en YouTube:



El Vaquero Vásquez y su clásico "Venciendo el miedo" eran el grito desesperado de muchos niños- cristianos o no-, que temíamos con revisar debajo de la cama, dentro del armario y hasta escarbar en nuestras conciencias porque no queríamos encontrarnos con nuestra propia frustración. Eran otras épocas, donde el teatro y las representaciones en playback eran lo único que los cristianos podían aspirar a hacer. Confieso que si fuera niño en esta época y me abordaran para curarme el miedo con algo como esto, los abofetearía. Eran días limitados, pero con mucha pasión por cambiar el futuro.

Recuerdo que escuchaba ese casete en la mañana, mientras desayunaba, cuando me bañaba con la puerta abierta, en medio del almuerzo, antes de acostarme, entre cobijas y en cuanto momento pudiera. De hecho, esta fue la temporada en la que dejé de oír Colorín Colorradio porque la historia de un perro miedoso era perfecta para mí: otro perro miedoso.



Después de recibir esta inyección de fe, empecé a enfrentar mis temores y a crecer -en el interior del mi corazón, claramente-. Creo que un niño con miedo es reflejo de una sociedad inestable que no ha sabido protegerlo o que en su defecto, no ha ofrecido un escenario con los fundamentos para que el infante descubra su personalidad y demás virtudes.

Después del párrafo patrocinado por Gilma Jiménez, no queda más que recordar esos pasillos oscuros, esos apagones de conciencia y demás esquirlas de intimidación que la infancia nos deja incrustadas. El miedo será algo que siempre enfrentaremos, pero entre más rápido salgamos de ahí serán muchas las oportunidades que se podrán aprovechar.

Le tuve miedo a Marilyn Manson, a la canción de Los Victorinos, al opening de un programa llamado Monstruos, a los perros grandes y a la soledad. Va uno a mirar atrás y el Vaquero Vásquez tenía razón: el miedo hay que expulsarlo y no ocultarlo detrás de valentías infantiles, porque cuando uno crece se da cuenta que lo que no hizo de niño dificilmente resolverá de grande.


@benditoavila

Pan que viene del cielo

Hace 16 años Jacques Anento, un francés alto y de sonrisa agradable, decidió darle un giro completo a su ya particular vida: tras sobrevivir a un inesperado cáncer de riñón y a una fractura en su columna vertebral, este parisino y artesano del pan inició la aventura de tener su propio lugar gastronómico en Bogotá.

El cáncer y la fractura dejaron huellas imborrables en el cuerpo de Jacques, quien asegura que cuando va a piscina con sus dos hijos no le sorprende que los demás asistentes observen cautelosos por más de media hora sus heridas. El cuerpo de Jacques ha sido cosido con hilos de oro, pues más que ser un excelente cocinero con formación en administración de empresas y ciencias económicas, es un hombre de fe y de propósitos cimentados en las lecciones de vida de Jesús de Nazareth. No en vano en la locación de su pastelería está enmarcado el nombre de cinco letras del salvador, cinco letras doradas que auguran que la pastelería y las artes culinarias que al interior se experimentan tienen un propósito celestial.

La pastelería francesa es reconocida como la más exquisita a nivel mundial. Según Jacques, la madre de la pastelería y de la cocina es Francia, de ahí sale toda la esencia y todas las recetas. El argumento para justificar esta admiración no se basa tan solo en su nacionalidad: Jacques ha recorrido el mundo probando diferentes ingredientes, sabores y texturas; de hecho, cuando Mallpocket habló con él en una pequeña cafetería del barrio La Castellana, habló de su reciente viaje a Estambul para probar la comida mediterránea, donde los sabores son increíbles “pero ya toca sazones, colores, frutos del mar”.

La comida no es solo una escala jerárquica en donde la corona de la exquisitez pastelera se la lleva Francia: la comida es un encuentro, un momento, un espacio fundamental en un hogar. Es por eso que según Jacques, el día de la Navidad es un tiempo de encuentro donde la familia debe sentarse a la mesa también con Jesús, pues “siendo Jesús hombre, el man también tenía hambre y también comía. Por eso para conmemorar su nacimiento no hay mejor detalle que hacer un banquete”.

Según Jacques, toda buena pastelería debe tener su ratatouille, plato celestial y típico de la provincia francesa que destaca por su encantador aroma y textura. Además de la ratatouille, se puede probar el pavo relleno de carnes, especies, finas hierbas, champiñones, pistachos y marañón; todo esto en función de la reunión familiar, que para Jacques es lo verdaderamente importante de la celebración.

La cena puede ir acompañada de troncos navideños: rollos formados con una masa semi helada a cinco grados centígrados, la cual puede ser de Amaretto o Bayleys y se puede rellenar con moca, café, chocolate, tiramisú, mascarpone, pistachos, frutos del bosque, fresa, arándano o agrás. Para acompañar también están las st honoré : repolllitas con crema pastelera caramelizada que se montan como si fuera una pirámide y al parecer simulando un árbol navideño. El nombre proviene de un archiobispo que se llamaba Honoré, quien fue canonizado y fue convertido en el santo de los pasteleros.

El mejor día de venta en la pastelería siempre ha sido el 24 de diciembre, jornada en que la caja registradora alcanza a facturar el 50% de las ganancias de todo el mes de diciembre. Este año Jacques tomó la decisión de no abrir este día, pues según él, esta idea tiene un propósito divino: permitir que sus empleados compartan con sus familias el banquete navideño y descansen. Esta decisión, criticada por muchos y alabada por otros, también fue tomada en función de la salud de sus empleados: Martha, la gerente, sufrió años atrás un derrame cerebral justo después de una agitada temporada decembrina de trabajo.

Aunque Jacques no revela sus secretos, es claro en afirmar que “el arte de la buena cocina está en tener ingredientes simples y mezclarlos con excelencia, pues lo simple bien hecho es lo que más gusta”. Esto se puede percibir también en cada detalle del lugar: la decoración, los aromas y el saludo gentil y sincero de sus trabajadores, quienes también han vivido la navidad de formas un poco bizarras pero se preparan para descansar este año en sus vacaciones: Jacques tomó la decisión de cerrar el servicio al público desde el 23 de diciembre a las 8 de la noche, hasta el 12 de enero de 2012.

Para Jacques, más que la comida lo que importan son las personas. Este año ha tomado la decisión de llevar a un cliente a un tour gastronómico de tres días por las mejores pastelerías del mundo: las que están en París. El ganador tomará una clase en una escuela de alta factura y el premio será rifado antes del 23 de diciembre. Aunado a eso, el tour incluye una visita a la Iglesia Hillsong en París, “El mejor lugar para estar en Navidad”, según Jacques.

En Jacques hay muchas opciones de donde elegir la mejor comida para esta Navidad: entre postres, pavos, perniles, panes y demás viandas acomodables en la ancheta al gusto, otra opción para los inconformes. Lo cierto es que la Navidad también es gastronómica, pues no hay nada más bizarro que encontrar un pastelero desinteresado, desprendido y que además hace uso con orgullo de su cristianismo, todo ello adobado con azúcar, huevos y cocinado a temperatura ambiente.


Publicado en la REVISTA MALLPOCKET www.mallpocket.com

viernes, 2 de diciembre de 2011

Modo Avión

Me gustan los aviones. No tanto como para coleccionarlos o aprender de modelos y tipos, lo mío es un placer lejano y más ligado a la simpatía, porque cuando a mí me gusta algo me vuelvo especialista acérrimo en ello. A mí los aviones me parecen chéveres, muy experimentados y con mucho mundo encima, cosa que yo no me precio de tener -literal y figurado-.

Desde pequeño, jugaba en el Satánico Tomás -claustro escolar donde inició mi vida creativa y delictiva- a atrapar aviones. El juego era simple: como buen tomasinito simulaba estar en clase -porque en realidad me la pasaba pensando en el fin de semana-, y si de repente un avión volaba cerca, me asomaba por la ventana y le apuntaba con mi letal mano izquierda con disimulo. Mis dedos se abrían y cuando lo tenía en la mira, ¡zuácate! lo atrapaba de un zarpazo y lo ocultaba con la inocencia propia de la época.

El juego no terminaba ahí, pues para que el avioncito reposara en el bolsillo de mi chaqueta inspirada en vestuarios de frailes dominicos, alguien debía darme un ligero golpe en el canto de la mano cerrada, detonando una conexión entre dedos apretados que pretendían encarcelar al elemento que siempre me ha significado libertad. Ahora ya no atrapo aviones, porque yo mismo he decidido ser más avión que todos los aviones conocidos y por conocer.

¿Será el afán por volar o el deseo de escapar? Lo único que tengo claro es que no habría aviones si no existieran los aeropuertos, aquellos extraños lugares donde inician o terminan muchas de las historias. No tengo millas de viaje ni horas de vuelo acumuladas, lo único que manejo son ideas y sueños que espero no dejar en el aire -ni siquiera literalmente-.

Se me viene a la cabeza la canción de Charly García y pienso en aquella frase que una compañera de la universidad tuvo en su messenger toda la vida: "Un amor real es como vivir en un aeropuerto". Seguramente Charly se refería a lo etéreo que le resulta el amor, pues es un ir y venir, es como soñar y estar despierto. Si el amor es volar, sentirse entre nubes y tocar el cielo, me encantaría vivir en una aeropuerto, para además de presenciar historias ajenas tener la oportunidad de escribir y protagonizar la mía propia.

Estoy en el aeropuerto y aunque ante mis ojos desfilan muchas historias, me quedo viendo cómo Cristóbal se seca los ojos con disimulo, pues nunca le ha gustado que Diana lo vea en sus momentos de debilidad. Ella siempre supo que este día llegaría, aunque detrás de las promesas que se hicieron en el altar hubo muchas otras encomiendas que se fueron olvidando con el pasar de los años.

Ahora ambos están fundidos en un cálido abrazo, donde más que esposos que han compartido la cama y el techo los últimos quince años, son amigos, amantes, son uno. Ahora Cristóbal agarra la maleta, levanta el mentón de su amada y entre sollozos que no sabe disimular, le lanza la frase lapidaria que logro leer de sus labios: -Allá te espero. El hombre enfila su camino hacia la salida internacional, el lugar que lo llevará a un mejor futuro, para él y para Diana.

Ellos no lograrán abordar el mismo avión, ni compartir sus ideales a los mismos pies de altura: ahora el aire de muchos kilómetros los separa y los lleva a decidir destinos distintos. Diana sigue su vida y Cristóbal también. Yo decido que este 2012 será un año en el que dejaré de lado tanto rol de espectador y sacaré mis alas, las afilaré y puliré para que las aspas y los motores estén lo suficientemente aceitados para cuando me llegue el momento de la caída libre. Este 2012 será el año del modo avión, donde espero que las cosas memorables no se me escapen por haber desactivado el servicio.


@benditoavila

-Charlie- Ávila

Ahora que lo pienso, llevo muchas entradas citando a mi apellido paterno. ¿Habrá alguna intención oculta detrás de esto? Espero que no, pero debo aceptar que tras casi 23 años de oír cómo la gente se aprende mi apellido no tanto como mi nombre, he decidido valorarlo como nunca antes. Soy Ávila y hago aviladas, como cualquier Ávila que se respete.

Esto ya se ha dicho mil veces aquí en La Fiebre, así como la perpetua creencia de un Dios que hace milagros creativos a diario. Siempre he resumido mi biografía con la siguiente frase: "No de los Ávila bien, sino de los bien Ávila". Pero como hoy no voy a hablar de mi papá, les dejo el link de un buen flashback avileño para que se entretengan.

Me causó especial interés la visita del actor Charlie Sheen a Cartagena, que para este punto es periódico de ayer. Carlos Estévez -como en realidad se llama el susodicho- pisó nuestra tierra y disfrutó de nuestras playas, brisas y mares. La discusión se detiene aquí, porque si vamos a hablar de lo que se esnifó, inhaló, consumió, probó y recibió se nos va la entrada sin tocar lo importante: pisó Colombia luego de abandonar una de las mejores comedias que la televisión ha visto en los últimos años: Two and a Half men -eso sí, nunca como Chespirito o Seinfeld, los verdaderos integrantes de mi Olimpo de la comedia-.

Según algunos periódicos locales -pero no por ello respetables-, el actor que reemplazó a Sheen en la comedia "no ha logrado la empatía del público ni los niveles de audiencia que alcanzó su estrella original". Es tan indiferente que ni siquiera he mencionado su nombre, por si no lo han notado. Con ello no quiero decir que no me guste su trabajo, solo que es impresionante ver cómo un actor se puede hacer indispensable y vital para un producto, hasta el punto que a pesar de su salida lo siguen involucrando dentro de la trama de la serie.

Lo curioso de leer el comunicado anterior es ver apartados como este: "La jugada más reciente del equipo de creativos de la serie fue apelar a lo sobrenatural para 'revivir' a Charlie Harper (interpretado durante ocho años por Sheen) y darles una bocanada de oxígeno a las alicaídas estadísticas que ya no tienen al programa como uno de los más vistos de la televisión estadounidense".

Si siguen leyendo, oh amados cabañeros y cabañeras, sabrán que los productores planean traer al espíritu de Charlie en una posesión, además de desnudar al reemplazo para que con su esbelta figura haga las delicias de todas -y todos, por aquello de la inclusión-. Luego se mencionan a los guionistas, quienes tienen la misión de desarrollar tensiones entre el reemplazo y su madre -la de él-, calcando el mismo cuadro original de repudio que Charlie tenía con Evelyn, su progenitora en la serie.

Me impresiona que se escriba un personaje para un actor y que a la hora de bautizarlo prefieran ponerle el mismo nombre como una forma de homenajearlo y casi que atarlo al referente: no en vano Charlie Sheen ha llevado una de las vidas personales más polémicas que la misma televisión ha querido llevar al plató. Si bien Sheen no es mi modelo a seguir, sí me genera interés eso de crear personajes casi biográficos, a tal punto que la ficción se termina fundiendo con la realidad.

Esa es la dinámica de la televisión: haga cosas memorables, luche por hacerse indispensable y esfuércese porque las cosas sigan así usted ya no esté, pero siempre recordándolo. Yo soy Charlie Ávila, un joven que trabaja en televisión y que aunque conoce estas mecánicas maléficas -pero no es una celebridad cuando va a Cartagena-, también sabe que detrás de esto hay un engaño sutil y más efímero que el éxito de José (con tilde en la é) Gaviria como cantante.

Lo más triste es que así como le pasó a Anakin Skywalker, uno puede convertirse en lo que juró destruir: el ascenso hacia el cadalso Sith es amplio y cómodo aún para los mejores Jedi. Nadie está excento de volverse un Charlie Sheen versión cristiana: embebido de excesos, ávido de reconocimiento y sediento de fama, desconociendo que el sentido no es autopromocionarse como el nuevo Lutero, o como la estrella con más luz, sino amar y aportar para que Él sea quien brille. La estrella brilla más en la medida en que ha sido más estrellada y su fulgor es reflejo del sol, no de sí misma.

Ahora entiendo por qué Dante Gebel decía algo como lo siguiente: "Toda espiritualidad que se promueve ya tiene algo de enfermedad. Todos aquellos líderes que van por la vida propagando sus virtudes estarán siempre a un paso de la catástrofe moral y espiritual. Cuando escuchamos a personas que hablan de sí mismas como si fuera de otras personas, de un personaje, es porque estamos ante un candidato al desastre. La historia es un fiel testigo que esto siempre fue así. Por eso es preocupante que haya tantos jóvenes queriendo 'llenar estadios', 'conmover naciones' o 'llegar a la televisión' (énfasis añadido) y no porque esas metas estén mal en si mismas, sino porque es muy probable que la motivación esté totalmente fuera de la voluntad de Dios".

Sigo sosteniendo que la televisión necesita personajes, actores y referentes que lleven a pensar algo más que el placer y lo banal, que aporten desde sus letras debates éticos, morales y espirituales; pero no por ellos mismos, ni para engordar los orgullos: Llegar a la televisión es una responsabilidad que en este 2012 tendré la tarea de aterrizar.


@benditoavila

lunes, 28 de noviembre de 2011

Gray Matter

Desde que estaba en el Colegio prometí no volver a hacer teatro, ni volver a jugar fútbol ni muchas otras cosas. La costumbre es hacer promesas al aire y contradecirse con los años: juré sobre mi tumba que antes de alisarme los crespos me los cortaría y eliminaría, pero fallé. Esta semana que pasó le eché tierra a esta impúber promesa, como si jamás en la vida lo hubiera dicho o siquiera pensado.

Me doy cuenta que todos nuestros dramas parten de la cabeza, y esta vez es literal: los pensamientos, las intenciones y hasta el pelo interactúan en sincronía, haciéndonos pensar diferente y vivir diferente. Tal vez es por eso que ver la vida distinto ha hecho que tenga muchas historias que contar, pues no es que haya vivido mucho, más bien es que sé narrar lo poco que me pasa. Vengo de una semana de trabajo mental, de conexiones sinápticas y alucinógenas que han arrojado mucho –o muy poco- material cabañero, que por supuesto traigo en primicia.

Antes de pensar en un cerebro ajeno y su funcionamiento, decidí reflexionar en el mío: una cuna de ideas formadas por sustancia blanca y materia gris. No es misterio para muchos que le he dado una importancia casi “descerebrada” al cerebro y a las neuronas que lo componen, pero esto no hubiera llegado de no ser por la observación, la experiencia de vida y el toque celestial.

En el año 2007 surgió una idea que para muchos fue revolucionaria. Nos pidieron hacer una obra de teatro con contenido cristiano y para público juvenil. Lo más revolucionario fue que los que lideraban la actividad se acercaran a mí y me preguntaran: ¿Qué se te ocurre? ¿Cómo lo harías realidad? La vida real son esos momentos en los que se define lo ínfimo, lo mínimo y lo que para muchos es trivial, pero para otros es un cambio de vida. En el momento en que se cocinó esa pequeña idea, donde se evidenciaría el cerebro de un joven universitario pero encarnado por las neuronas que ejecutarían sus pensamientos, algo en mi interior se prendió para hacerme ver que estaba disfrutando eso de escribir personajes, eso de hacer reír y eso de poner a la gente cabezona –con la salvedad del término- con ciertos dilemas morales, espirituales y creativos.

Ese fue el origen de Materia Gris: muchas cabezas aportando, tres cabezas concretando y mil cabezas reflexionando. Todo para dejar claro que la primera cabeza por revisarse fue la mía, una cabeza crespa que tras casi un lustro puede ver y ejecutar lo que el pensamiento colectivo necesita. Mi cabeza ahora está purgada de intencionalidades faranduleras, de necesidades verduleras y sobre todo de motivaciones desconectadas del verdadero plan: que muchos vean su cabeza y sientan que han sido hechos únicos, con las exclusividades propias del Creador en sí mismos.

Han pasado los años y mi cabeza ahora esconde los crespos. Me aliso el pelo para encarnar un personaje tan parecido a mi anterior yo que asusta. Me veo distinto, me siento distinto y eso me permite distanciarme de estar exhibiendo gran parte de mi vida en una historia casi biográfica, que para muchos ha sido tan solo una comedia con puntas dramáticas.

Ahora entiendo por qué esos días de funciones ha habido atracos, problemas laborales, opresión faraónica, sobredosis babilónicas y enfrentamientos al estilo Mundo Aventura: porque seguramente hemos sido muchos los que nos hemos visto reflejados y reflexionados desde la puesta en escena. Lo importante es ver que lo que uno escribe y crea le sigue hablando a uno mismo, pues finalmente la escritura exterioriza y pule el don que ya ha venido de arriba.

Para terminar, quiero generar un exquisito comparativo y en primicia mostrar cómo entre más las cosas evolucionan y más se añejan las ideas, el resultado puede llegar a ser más poderoso. He aquí el ayer y el hoy de un mismo pensamiento:

El ayer:
https://www.facebook.com/photo.php?v=6997656106&set=t.577241674&type=2&theater

El hoy:
http://vimeo.com/29327537


@benditoavila

lunes, 21 de noviembre de 2011

El cristianismo darks

Para leer esta entrada se debe obligatoriamente ver el siguiente video, cortesía de un gran amigo y socio de la violencia cristiana, apodado en el bajo mundo como "El Benjamin". Si usted es prejuicioso, amaneradamente mezquino, religioso o en su defecto todas las anteriores, abandone este blog por amor de usted mismo. Advierto que el video puede contener material explícito, así que es mejor que nadie lo vea. Si después de verlo quiere más, no lea este blog, cierre inmediatamente el explorador de Internet, reinicie su computador y haga de cuenta que no ha pasado nada.



Siempre he creído que las ideas revolucionarias son las que cambiarán el mundo, no la tradición mal contada. Creo también que para tener ideas que valgan la pena publicarse, es necesario salir del montón, de la comodidad y de la cultura que nos ha tenido sometidos a hacer las cosas de formas heredadas. No tengo problema con lo que nuestros ancestros nos han dejado, pues sería bastante tonto denigrar del legado que llevamos; el punto es que estamos en una era donde los receptores no se deben leer como antes, en función de escuchas solamente: ahora los receptores también son emisores, y esto demanda que se reevalúen las dinámicas de comunicación en todo nivel.

Después de este párrafo teórico -la cara académica y seria que mis detractores no saben leer y toda darles desmenuzada-, vamos a lo que nos interesa: lo darks y lo incontable. Finalmente por eso visitan este hijo-blog, ¿Cierto, oh amados cabañeros y cabañeras? Les gusta que se les dé su buena dosis de mordacidad cristiana por vía intravenosa, aunque lo nieguen.

"Como puedes ver, así como los peces fueron creados para nadar y los párajos para volar, yo fui creado para "noquear" a todos aquellos que no les gusta evangelizar". ¿Habrá algo más maravilloso que un ser que ha entendido y reconocido para qué está en la tierra? creo que no. Es tiempo de dejar plasmada y retratada aquí en La Fiebre mi admiración y respeto sinceros por El tacleador evangelista, quien junto con Chespirito, Dante Gebel y algunos otros creativos, ha entrado a mi lista de honor de héroes.

Tal parece que todos necesitamos dar a conocer un cristianismo así, pues han sido varias las décadas en las que la sociedad ha leído a los cristianos como seres tan espirituales que carecen de pensamiento, capacidad de selección política y criterio. Muchos hasta dan por hecho que los cristianos son seres asexuados, sin fuerza física y sin ápices de violencia. Nada más erróneo que pensar el cristianismo desde la debilidad: de hecho, la Biblia dice que el Reino de los Cielos avanza contra viento y marea, que además sufre violencia y solo son los valientes los que son capaces de integrarlo.

Nada más darks que ser cristiano y joven. El tacleador evangelista -que aparte de ser darks es negro- nos alecciona acerca del miedo, de la falta de efectividad en cuanto al cristianismo que vivimos y hasta en lo míseros que nos podremos llegar a ver si vivimos como todo el mundo. Para mí, ser cristiano y ser aceptado es un oxímoron: somos nosotros el lado B del disco, la mancha negra (darks) en el lienzo blanco, el mugre en la pared, y como lo diría Rescate: el pelo en la leche.

El día en que como cristianos entendamos que estamos en la tierra no para caer bien, sino para importunar y promover una verdadera política del amort y de la violencia, avísenme por favor. Seguramente saldré al aire en televisión y buscaré que la gente escuche mi verdad.


@benditoavila

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ávila on TV

La televisión ya ha hecho personajes como yo. Basta con meter en una licuadora al Grinch, al Chapulín Colorado, al Conde Pátula y a George Costanza para obtener una mezcla, que pasada por el fuego-fuego y tras varias horas de incorporación, produce este necticar con sabor a cicuta de apellidos Ávila Rincón.

Decir que crecí con la televisión es bastante atrevido, por eso prefiero sostener que la televisión ha estado conmigo y que yo... no he crecido mucho, pero he afinado mis ojos y les he enseñado a ver lo invisible. La pantalla solo arroja adefesios de la vida real, pues tiene la facilidad de deformar y apropiarse de cuanto material le ofrece la cotidianidad. El punto es que no todo el mundo sabe leer esto, pues al parecer siempre hemos sido pocos. Sé que suena presuntuoso hablar así, pero si de algo puedo presumir es de pertenecer, de saber quién soy y de reconocerme en mi identidad cristiana, algo darks por cierto.

Guillermo Arriaga dice que la única forma de hablar de uno mismo es con sentido del humor. Le creo, pues aunque llevo años tratando de entender los fenómenos cómicos que encarno todos los días, he logrado definirme desde la risa, la burla y la exclusividad. Tal vez por eso amo ver Seinfeld, pues lleva la cotidianidad a la pantalla y por sí misma ya genera situaciones cómicas y contradictorias.

La gente cree que para hacer comedia se debe ser una persona extremadamente feliz. Nada más falso que eso: el comediante es un títere cotidiano que lee el mundo distinto, y desde su lectura recoge las frustraciones y asombros de su público. El comediante vive energúmeno, insatisfecho, asombrado y siempre generando discursos que no son precisamente meritorios de entrar al paraíso. Por eso, mi forma de ver el mundo nunca será tan linda y rococó como la de muchos, por eso me fastidian los religiosos, por eso lucho contra los que no disfrutan la vida, por eso me la vuelan cosas que para muchos son normales y así con todos los temas que han sido objeto de mis reflexiones.

No han sido días fáciles de aterrizar todo esto, pues lo fácil es enmascararse y ser prefabricado como todos, buscando aceptación y pertenencia. Pero años de traspiés evolutivos me han permitido entender que el verdadero ascenso en el escalafón de la identidad se da cuando uno entiende que debe ser único, y que esa originalidad corresponde al diseño divino y no al remake de uno mismo. Digo que no es fácil cuando se reciben críticas de adentro y de afuera, de los que se oponen y de los que militan en el ejército propio y local.

Así las cosas -conector usado diariamente por Darío Arizmendi-, la reflexión no importa si uno no acepta su destino: si naciste para leñar, leña. Si naciste para trompetear, trompetea. Si naciste para tuitear, tuitea. Si naciste para lamparear, lamparea. Si naciste para estandapear, estadapea y así con todo. El hecho está en que nadie más podrá cumplir con la misión del otro, pues el propósito de vida es como una tarjeta de invitación a los Premios Emmy: personal e intransferible; así que nadie más podrá ejercer el rol con el cuál se escribió mi personaje, porque Dios es lo suficientemente creativo como para fabricarse mil muñecos igualmente perfumados y empacados.

No me puedo despedir sin agradecer públicamente a un personaje que me ha influenciado ampliamente y que, por milagros inesperados y por la cámara de Miguel Colmenares, me envió un saludo personal e intransferible, pues no hay otro Luis Carlos que siga a Rescate como este que escribe.




@benditoavila

viernes, 11 de noviembre de 2011

Capicúa

En las mentes de los superticiosos hoy es un día importante, pues según dicen el hecho de ver esta alineación de calendarios en torno al número 11 solo se da una vez cada cien años y tiene un ingrediente cósmico. Yo solamente he usado la palabra cósmico como adjetivo para referirme a un gato, y creo que alguna vez la usé cuando le dije a una chica que era "cósmica", no porque quisiera hablar con la jerga de retrasado mental de Suso, sino porque yo también fui lámpara, pero gracias a Dios pude dejar ese vicio tan religioso.

Ya iba a empezar a difamar, pero recordé que estoy en rehab de tanto punkerismo denigrante y ahora cuido mis contenidos. No sé si lo sepan, oh amados cabañeros y cabañeras, pero ahora tengo que pagarle regalías a Sayco por cantar tantas veces usando palabras retorcidas y haciéndolos desternillar de la risa, retorcidamente por supuesto. Tranquilos, que ya que no gasto licor sí gasto sonrisas, así suene a frase de actor convertido al budismo.

Como pudieron ver, el 11/11/11 no era el fin del mundo, como creían varios tuiteros. Pareciera que la gente no quiere entender que el fin del mundo no será en una fecha orgánicamente esperada por todos. Eso lo aprendí leyendo la Biblia -libro que para la gente de esta oficina es un manual más-. Yo les digo que la Biblia tiene respuestas para todo, que no es un Almanaque Bristol ni un libro para dummies, sino un texto más poderoso -literalmente- que todos los libros que se hayan escrito y estén por redactarse en toda la galaxia.

Por eso desde muy temprano tenía claro que si el día iba a ser inolvidable no sería por una profecía maya, ni porque almorzaría un ajiaco de ensueño: cada día es especial porque sí y listo, ni siquiera porque esta noche sea el concierto de Hillsong en Bogotá y ellos vayan al Simoncho a verme brincar sus canciones. El punto es -expresión que utilizo en cada entrada-, que uno no debe esperar capicúas (palíndromos numéricos que se leen igual de izquierda a derecha y viceversa) como señal de que algo místico sucederá. El flujo de los acontecimientos nos llevará hacia el camino que ya hemos escogido y no al revés, porque de ser así seríamos absolutamente mediocres.

Es por eso que propongo que dejemos de creer en las fechas, en los calendarios y en los tiempos: de hecho, la Biblia dice que para Dios mil años son como un día y viceversa, entonces no hay afán de sumarle o dividirle cifras a los hechos, porque el fin del mundo llegará cuando llegue, cuando nadie se lo espere y cuando entendamos que lo que debemos hacer es vivir y prepararnos en función de nuestra propia existencia.


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martes, 8 de noviembre de 2011

Amort oficinista

Desde pequeño he sido televidente invidente, pues crecí con la televisión en los oídos y con la radio en los ojos. Seguramente por eso escogí mi carrera; de hecho, recuerdo que una mañana del año 2001 le pregunté a mi mamá que qué estudiaban los que trabajan en radio. Ella me respondió que Comunicación Social, y sin mayor filtro ni investigación decidí internarme cuatro años después en una Facultad de Comunicación y Lenguaje.

Llegué a la Ponti-universidad y queriendo queriendo, opté por ser una cara distinta de la cultura Ávila. Ya les he reportado, cabañeros amados y cabañeras amadas -por aquello del lenguaje incluyente-, que ser Ávila es armar tierrero y salir huyendo, embalar gente para quedar bien por encima de los demás, guardar buenas relaciones así uno no tenga la razón, entre muchas otras filosofías callejeras en torno a la interacción social.

Pero si algo vi en mis ancestros Ávila fue esa pasmosa capacidad de untarse de mujeres, todo bajo el pretexto de las buenas relaciones y la bacanería con aroma a cigarrillo traficado. Ahora en mi era oficinista, insisto en mi carácter tildado por muchos de parco, tosco y hasta reacio, todo por no compaginar con la todavía extraña maña de saludar de abracito a todas las oficinistas, quienes se sienten ofendidas si uno no las llama preciosas cuando les pide prestada la cosedora.

Quiero aclarar que no le tengo miedo ni asco a la gente -mucho menos a las oficinistas-; de hecho tengo lo que es el carisma para relacionarme y sostenerles conversaciones en torno a sus borracheras, sueños personales, decepciones y frustraciones; el punto es que en mi era cristocéntrica empecé a desarrollar una selectividad natural en cuanto al contacto humano, propia de la neurosis del comediante promedio. A veces aborrezco eso de mí, porque la gente me ve como orgulloso y antiséptico, cuando soy el verdulero con más pañalitis y diarrea mental de la comarca.

Pero no todo es negativo aquí en La Fiebre. Gracias a Dios -y a los más de 721.308 votantes-, tenemos Alcalde electo, quien lejos de pensar que ganaría porque un tarotista afeminado lo dijera horas antes, fue escogido por la mayoría y ya. Aunque no voté por él, debo aceptar que algo de su discurso quedó retumbando en mi cabeza desde aquel domingo de Octubre. Bueno, decir algo es muy presuntuoso, en realidad me quedó clarísimo que se vendría La Política del Amort: una nueva era de integracción social que contrario a lo que muchos pensarían, me llevó a sentir el aroma y los colores de aquel sentimiento tan lindo -vean cómo ahora uso palabras bonitas-.

Como no les gustaba este Grinch local que respetaba sus límites -y que ahora usa bigote para verse como capo barrial-, se tendrán que atener a un ser de luz que abrazará y besará mientras las tratará a todas con expresiones lindas como: mi vida, mi amort -la más creativa-, nena, hermosa, cariño y demás palabras que tenía guardadas para alguien verdaderamente importante, pero que han entrado en desuso por culpa de Suso, el peor compañero que cualquier oficinista puede llegar a tener y que yo tengo, a decir verdad.

Si me tildaban de aburrido y ñoño por no salir a beber ni disfrazarme en la oficina, ahora viviré disfrazado de cochinote, les hablaré cerquitica del oído y les escupiré palabras lindas pero adobadas con napalm. Espero ver sus rostros horrorizados cuando este bigote les esté afeitando el autoestima y les sople lo bien que se ven escurridas en esos descaderados. Pero bueno, retomo mi lugar porque lo que debo respirar es amort, ¿no?

El amort, el amort, qué bello es querer. Yo estoy que me amo y que amo, pero tampoco pienso amart ni que me ament bajo lo que dictan las mecánicas oficinistas.


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miércoles, 2 de noviembre de 2011

Suite Babilonia

Cuando me presentan al hijo recién nacido de algún conocido, me ufano de creativo con frases como "Está muy lindo", o "La misma pinta del papá". Pasan los meses y hasta los años para que vuelva a ver a ese pequeño bebé, que después no es ni bebé ni pequeño. Es ahí cuando lanzo una de mis frases lapidarias: "Uy, cómo ha crecido", que indica que ahora veo las cosas distinto y que el tiempo ha hecho lo suyo.

Tener un blog es casi lo mismo que tener un hijo, pues uno le invierte tiempo, dinero, esperanza y hasta amor a algo que no va a retribuir en nada, por lo menos hasta que crezca y produzca. Lo curioso es que uno lo hace desinteresadamente y porque quiere, o por lo menos eso creo yo, que no tengo ni hijos ni papá estable, solo un blog y una gata.

En fin, esta temporada vengo en son de paz, a dejar atrás los rezagos de caballero Sith y a volver al lado Jedi de la Fuerza, de donde irme no he debido nunca. Es tan extremo mi cambio que seguramente me durará dos horas, porque hay ciertas fracciones humanas que nunca se van a poder corregir hasta que llegue la divinidad. Pero bueno, no voy a hablar de la muerte, porque ya la he experimentado y me gusta más pensar en vida.

Me he dado cuenta que la vida necesita de la experimentación, porque a través de ella uno encuentra lo que realmente le gusta y para lo que fue diseñado. Lo curioso es que llegué a eso desde la teoría, pues no he vivido ni la tercera parte de todo lo que tengo planeado vivir. No quiero sonar prepotente, porque no hay nada más jarto que la gente que cree tener la verdad entre el bolsillo, pero hoy más que nunca encontré la paz de saber que lo que hago va por buen camino, o por lo menos pinta bien, pinta a la mano de Papá.

Desde pequeños nos enseñan que equivocarse no es el camino, que del error no queda sino el cansancio y que la respuesta incorrecta puede generar más problemas que la política actual. Lo cierto es que a través de mis mil intentos por decidir bien siembre ha habido un deseo de escribir mi propia vida, olvidando que me volví tan solo soy miembro del comité asesor cuando senté a Jesús en el trono.

No me gusta equivocarme hasta que comprendo que ese error es el que me ha subido de nivel. Tarde me doy cuenta que esa "mala decisión" es lo que necesito para volverme invencible y nutrirme de relatos por contar. Yo, que he pasado demasiado tiempo en Babilonia, sé lo que implica estar en la boca del lobo, expuesto a convertirme en lo que juré destruir, pero también es cierto que si nací para esto, Dios mismo dará las herramientas para salir victorioso y repatriado, como me lo ha hecho saber en un comunicado caído del cielo:

“Ya que están allí, construyan casas y vivan en ellas. Cultiven sus granjas y coman los frutos que allí se den. Cásense y tengan hijos; no dejen que su población disminuya. Asegúrense de que sus hijos e hijas también se casen y tengan hijos. Además, trabajen para que prospere la ciudad. Rueguen por Babilonia, pues si la ciudad prospera, también ustedes prosperarán. (... ) Ustedes van a vivir unos setenta años en Babilonia. Cuando se cumpla ese tiempo, les prometo que los haré volver a Jerusalén. Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. Cuando ustedes me pidan algo en oración, yo los escucharé. Cuando ustedes me busquen, me encontrarán, siempre y cuando me busquen de todo corazón".
JEREMÍAS 29: 5_13
Enlace
Oh amados caba-ñeros, hoy queda sentado que la escaleta de mi vida ha recibido una poderosa sugerencia, que me encargaré de cumplir y desarrollar en el libreto que ejecuto todos los días. Lo cierto es que ya no tengo miedo de enfrentar mi destino, pues he entendido que es temporal y que me espera La Casa, no cuando yo quiera sino cuando Él lo decida.




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miércoles, 26 de octubre de 2011

Obituario

Hace algunos meses estuve en una de las charlas que el escritor y director de cine Guillermo Arriaga compartió en su última visita a Bogotá. El mexicano hizo un interesante preámbulo acerca de la muerte y dejó claro que para él hablar de la muerte es hablar de la vida, porque tan solo ella tiene la extraña capacidad de cambiar la existencia de aquellos que nos quedamos, y de completar a quienes se fueron con ella.

Me quedé quieto y recordé que h
e muerto y resucitado muchas veces. Morí hace 23 años cuando sufrí de peritonitis a los 8 días de nacido, pero resucité a los 5 años cuando fui maestro de ceremonias de la clausura del Jardín Infantil. Morí a los 9 años cuando perdí todas las materias en cuarto grado escolar, pero resucité en el 2003 cuando me becaron por excelencia tomasina. Morí hace 10 meses cuando perdí a alguien muy importante en mi vida, pero resucité hace exactamente 10 años cuando me volví cristiano.

Una muerte más, una muerte menos, qué más da. Este año ya había muerto una vez, pero resucité para dejar clara la importancia de unir los puntos del pasado. La muerte hace parte de mi vida, me llama, me coquetea y ya va siendo hora de que le pierda el miedo a convivir con ella, porque finalmente ella nació antes que toda la humanidad y eso me incluye.

Si hay algo que complementa el hecho de vivir es la muerte. La Parca, La Pelona, La Huesuda o como se quiera llamar, me lleva a pensar en la ausencia, en la carestía y en la identidad, pues siempre he creído que hay algo más que lo terrenal que veo y vivo. Es por eso, porque quiero dejar de vivir a mi estilo y forma, que hoy me comprometí a matar a Luis Carlos Ávila R, porque es un sujeto demasiado chévere como para ser intenso. Además, su máscara de erudito orgulloso y letrado -iletrado, más bien- se ve más falsa que un comercial de televentas, sin mencionar que embadurna esas neurosis de anciano y todo ese mamertismo barato detrás de una coraza de comediante paupérrimo y doble de riesgo, ahora bigotudo y rabisalsero.

Despídanse de él de una buena vez, no sin antes recordarlo como un sujeto indecoroso y pusilánime que disfrutaba de cosas como estas, eventos que denominaba 'Pelea de gatas' y que por supuesto tienen una exquisita relación literaria y emocional con la muerte:




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lunes, 24 de octubre de 2011

La madre (la mía)

Me sorprende volver a visitar La Fiebre y encontrar un tremendo incremento en el número de visitantes. No me preocupa porque desde que le conté a mi madre que tengo blog y le enseñé a buscarlo no ha querido parar de estar aquí, así que asumo que esas visitas vienen de ella. No escribo para ella curiosamente, pero sé que cuando me lee se ríe, se emociona y me hace sugerencias a su estilo. Así parecen ser todas las progenitoras: orgullosas hasta el fin de lo que alguna vez procrearon y parieron, así esos críos se tuerzan ligeramente en el camino.

Lo que me gusta de mi mamá es que cuando no entiende o no le gusta algo lo dice. Ella todavía cree que la unidad de proceso central de un computador no se llama CPU, sino EPS. Además, confunde 'comend deck' con stand-up comedy y sigue como si nada. Entonces cuando todos reímos saca su frase de batalla: "Eso, ríanse. Y usted, vaya y haga una comedia de eso, cuéntelo en un libreto o algo".

Es honesta y franca con sus correcciones y me lleva a quitarle un poco de veneno a los mil y un dardos que siempre adobo entre líneas, pues según ella "Usted no eres así, usted eres amoroso", o "Eso de chistoso no tiene nada. Vaya y haga que la gente se jale los pelos de la risa y ahí sí le creo". Me dice eso y me desarma, termino creyéndole porque ella es la persona que más me conoce, de hecho me conoce desde chiquito -es decir muy joven-. Mamá me ha ayudado a madurar mis rebeldías, a tomar conciencia de mis realidades y a dosificar mis impulsos.

Gran parte de lo que soy se lo debo a ella: me forzó a ir a una Iglesia alguna vez a que conociera a un Dios de coherencia, oró por mí cuando le pedía que me ayudara con la migraña, me cuidó a su estilo y me enseñó a oír radio de todo tipo. Fui creciendo y me quitó a más de una gata de encima, me pegó cuando me metí a la piscina sin permiso y me enseñó dos de las mejores cosas que uno puede tener en la vida: Persistencia y fe.

Doña Nancy no es una madre promedio de esas que reciben a los hijos con pie de manzana en la ventana, o que dobla y plancha la ropa con un look rockabilly; ella es aquella madre que sin perder su rol ha sabido llorar ante nosotros y confesarnos mil veces que aunque ha querido tirar la toalla, no lo hará porque uno en la vida debe esforzarse y creer en que Dios hará algo. Hace las cosas a su estilo y nos ha enseñado a permanecer, a enfocarnos en lo que permanece y desde allí cultivar y echar raíces -obviamente permamentes también-.

Eso me ha hecho pensar en mi futura vida matrimonial. Tal vez por eso todavía no he hecho mucho por tenerla, pues tengo claro que el día que me case será una sola vez y para siempre, buscando que cuando esté en el altar mi madre me vea, guiñe su ojo y apruebe la decisión que estoy tomando de casarme con una mujer que no es ella.

Creo que eso es lo que espero de la mujer que acepte casarse conmigo. No que sea como mi mamá -porque qué mamera-, pero sí que sea capaz de gritarme los defectos y errores en la cara, que sea detallista, que le guste reírse -porque eso sí se le garantiza-, que le guste la música y que ame a Dios mucho más que lo que podrá llegarme a amar. Eso será una prenda de garantía que me confirmará que aparte de ser persistente y estar conmigo en las buenas y en las malas, me permitirá poner las letras para que ella componga la música.


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miércoles, 19 de octubre de 2011

Doble U

Entrada cabañera que se respete parece estructurada por los libretistas de Los Simpson: se ve una situación cotidiana y de ahí se parte para el giro cómico, que generalmente no tiene que ver mucho con el planteamiento y termina llegando tras varios traspiés hilarantes. Hoy arranco en mi rol oficinista, como un viejo que sin pipa ni tabaco narra sus vivencias a las nuevas generaciones de lectores que, valiéndose de sus teléfonos inteligentes, sabrán retuitear los contenidos de La Fiebre mientras yo tecleo en un computador ubicado en un pasillo.

Cada vez que escribo en horas de la tarde, termino arrancando desde la nostalgia. Pero no porque extrañe viejas épocas o algo parecido, es más bien un dejo mañoso resumido en frases como "Cuando estaba en la Universidad...", o "Me acuerdo que en mi época de estudiante..." y así. Al parecer, soy una especie de Benjamin Button que vive de para atrás, hurgando recuerdos conocidos y sintiendo tan lejana la época universitaria, aunque tan solo se tenga un año de egresado.

Cuando estaba en la Universidad aprendí que los comunicadores javerianos no sabemos mucho de nada, aunque presumimos saber de todo: tenemos una rara habilidad para abordar los temas de una forma tan superflua y convincente a la vez que sabemos descrestar. De hecho, el Maestro Salgado lo resumía en una frase tan oportuna que parece un proverbio bíblico: "El comunicador social tiene un mar de conocimiento, de un centímetro de profundidad". Fue ahí que aprendí a aceptar que no me las sabía todas y que tampoco me tocaba, como muchos compañeros de salón que ahora veo, leo y oigo en los grandes medios creen todavía.

Casi un año después de haberme graduado, me doy cuenta que la Universidad abre la cabeza -de hecho, descalabra-, porque invita a pensar desde otros lugares y a abordar muchas formas de vida. El punto es que uno sale, muestra ese cartón gigante a la familia, ellos lloran y uno se dedica a esperar la comida o la lluvia de sobres como premio a tantos años de no hacer mayor cosa. La Universidad sirve siempre y cuando uno tenga claro que no sirve, pues finalmente el profesional que buscará oportunidades y saldrá a pagar un crédito es uno.

A este punto, muchos pueden estar pensando en que soy un malagradecido, perro canequero, cerdo insensible, diva sextuitera y hasta mamerto pop. A todas esas descripciones que todavía no proceso les doy check, pues eso sí aprendí en la Universidad: si uno es bueno en algo, si tiene algo qué contar y aprende a vender su intelecto, podrá presumir de ser un oficinista respetable al que se le puede aplaudir por haber comido pescadito y trabajado en Ático en su época juvenil. Siempre he creído que uno es comunicador desde que está en IV semestre y ya puede medio pedir trabajo, pues este oficio-carrera-profesión o comosellame se perfecciona es con la experiencia, no con la cátedra.

Vivimos tan afanados por estudiar, tener título, hacer plata y casarnos, que se nos va la vida real mientras buscamos cosas tan elementales como esa. Yo me cansé de ese esquema predecible y conductista de vivir por vivir, por eso mi modalidad ahora será disfrutar los fines de semana, escribir, dejar de hacer cosas por la plata y pensar en que me siento tan hippie reflexionando sobre la Universidad que me doy asco a mí mismo, entonces volveré a mi rol oficinista donde empezó todo y tal vez no deba cambiarse, por ahora.


@benditoavila

martes, 11 de octubre de 2011

Abortivo

Hay días en que la gente espera que uno diga lo que piensa. Mandan correos, menciones tuiteras, DM's, llaman al celular e insisten en saber qué va uno a decir sobre los temas de moda y actualidad. Le he huído recurrentemente a dar declaraciones de temas que no conozco, pues terminaría opinando y en el camino lastimando a algún purista que sí ha estudiado y vivido las cosas para hablar con conocimiento de causa. La gente me pregunta qué pienso del aborto, de la eutanasia, de las penas de muerte y yo simplemente trato de que no vean que me muerdo la lengua para no decirlo todo.

Prefiero dejar descargar el celular, hacerme el ausente, no responder y hasta pasar por grosero antes que decir lo que muchos no quieren oír. Esto tal vez no venga al caso, pero nunca he sido violado, no he quedado embarazado, nunca he estado al borde de la muerte, nunca me han secuestrado y a decir verdad me falta mucho pelo pa' moña en todas las áreas de mi vida. Entonces me ahorro opiniones puristas y moralistas, pues esa misma verdad que poseo me lleva a aprender que callar también es una respuesta.

Tengo claro lo que pienso y creo que debería hacerse, trato de vivir una vida coherente y no lastimar a nadie, pero lo cierto es que me arden los párpados cuando leo declaraciones godas y mamertas donde la intolerancia oscurantista es asociada con Dios, con los creyentes en él y con la Iglesia -no importa la denominación-. No todos los cristianos somos ñoños de pensamiento: sí nos basamos en la Biblia para actuar, pero siempre desde una intención de amor cristiana y no desde un señalamiento condenatorio que excluye a la gente y nos hace ver lo orgullosos que nos ponemos cuando creemos tener la salvación comprada.

En primer lugar, me da vergüenza ver cómo gente que dice conocer a Dios logra ser tan irritante con la humanidad entera: aquellos que lanzan a la hoguera a los homosexuales, destruyen a quienes piensan distinto y hasta atribuyen una violación carnal al plan divino, deberían aprender que el amor de Dios no es eso. Es verdad que hay circunstancias espirituales que después Dios usa para bien, pero el mensaje debe ser asertivo y edificante mucho más con los que no conocen a un Jesús real.

Me duele ver cómo gente que admiro despotrica de Dios simplemente porque los cristianos que han tenido al lado parecen traídos de la Edad Media y además se comportan como cavernícolas creacionistas sin argumentos y sin siquiera su propia vida cambiada para debatir. Nada más triste que ni siquiera conocer al propio Dios del que se predica, por eso el compromiso no solo es tener argumentos espirituales, sino también concretos para poder aportar a las vidas de los demás.

Ya ha llegado el punto en que los medios nos buscan para preguntarnos qué pensamos los cristianos del aborto, de los candidatos a la Alcaldía y del contenido erótico en las parrillas de programación. ¿Y qué les vamos a responder? ¿Cristo te ama? ¿Eso no le agrada al Señor? ¿El niño Dios debe estar llorando en su tumba? La Iglesia somos nosotros, y si no hacemos una Iglesia atractiva y radical la gente va a quedarse con un cristianismo primitivo y repugnante que solo atraerá a carteristas, pero nunca a gente de influencia.

Tratar de agradarle a todo el mundo ya es un oximorón de entrada. Entonces, lo mínimo sería llevar una relación armoniosa y tolerante con la diferencia, con el que no conoce a ese Jesús que nosotros sí. Ellos pueden contradecirse, pueden maldecir su existencia y hasta frentear con provocaciones como las que me gritaban en la Javeriana: ¿Dónde está su mesías?, ¿Ese mismo Dios a quien usted ama es el que permite que un cerdo como Garavito mate y viole a tantos niños?; pero el compromiso de un cristiano debería basarse en la vida de impacto por un lado y entender lo que alguna vez Jesús dijo: "No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del mal". Es decir, necesitamos estar donde estamos, porque será la única forma de sacar a Jesús a la calle.


jueves, 6 de octubre de 2011

iProvidence

Si algo me aburrió de una posible carrera periodística fue ese afán desmesurado por la chiva, por ser el primero en publicar algo y luego alardear de inmediatez. Lo más jarto es que a muchos los forman con mentalidad lagarta y cepillera buscando que no sea su carácter investigativo el que les permite sobresalir, sino sus buenas relaciones y manejo de lobby. Yo, como no quiero lagartearles, ni cepillarles, ni mucho menos chiviarles, voy a darles una noticia que espero reciban con cara de sorpresa fake: Steve Jobs murió. (Pero hagan así, hagan así).

Si quieren profundizar sobre la vida, obra, hitos, innovaciones y demás datos cocteleros de interés -como el que dice que Jobs prácticamente se inventó el mouse de computador-, váyanse a leer algún periódico o a donde quieran. Yo no tengo la función de informarles, a mí me pagan -guiño guiño- es por hacerlos pensar y por rayarles la cabeza, oh amados caba-ñeros.

Todo aquel que tenga una idea creativa e invierta su vida completa en desarrollarla es digno de mi respeto. Jobs era visionario, quería cambiar el mundo desde la cotidianidad y no tuvo papá. O bueno, lo tuvo y luego este lo abandonó, cosa que lo hace parecido a mí. Es claro que muchos de ustedes ya habrán visto el discurso que pronunció en la Universidad de Stanford en el año 2005, y los que no aquí se los comparto. Eso sí, primero me leen y luego lo ven -perezosos sí no, por favor-.

La muerte de Jobs va de la mano con un concepto que he estado aprendiendo últimamente: la Providencia divina. Esa capacidad férrea -por aquello de la fe de hierro- de confiar y aprovechar todo lo vivido en función de algo más grande. Providencia divina es no quedarse llorando sobre la leche derramada porque uno no nació en cuna de oro o porque no tuvo papá -ajá- y empezar a ver que todo en la vida pasa por algo; además, es entender que detrás de ese propósito generalmente incomprendido en el presente, hay un futuro de avance y empuje.

Jobs dijo: "No se pueden unir los distintos puntos mirando para adelante; se pueden unir únicamente mirando hacia atrás. Así que deben confiar que de alguna manera los puntos se unirán en el futuro. Deben confiar en algo: sus agallas, el destino, la vida, el karma, lo que sea. Este enfoque no me ha traicionado nunca e hizo toda la diferencia en mi vida." Ya verán por qué Jobs dijo esto, pues además de haber sido dado en adopción, a los 17 años decidió dejar la Universidad porque le parecía aburrida. Así emplearía el tiempo en cursos libres de cosas inservibles y que no dan plata, como la mecanografía. Él no sabría que aprender de esta técnica le permitiría perfeccionar sus computadores más adelante.

Yo lo llamo Providencia divina, lo llamo Dios y lo llamo propósito. Me pone a pensar en las mil veces que me he quejado por algo y veo que al final de cuentas todo tiene sentido en el futuro. Por ejemplo, el trabajo que tengo fue producto de una mala decisión en la Universidad que me llevó a perder la práctica soñada en la radio. Ejemplos hay muchos pero no importan, porque finalmente no se trata de mí sino de la iProvidence, el gadget que siempre he cargado en el bolsillo y en el cuello.

Jobs lanza un poderoso consejo que si muero algún día -creo en la inmortalidad a mi modo-, me gustaría parafrasearle a mis seguidores: "No pierdan la fe (...). Deben encontrar lo que realmente les apasiona. Y esto es tan cierto respecto del trabajo como lo es respecto del amor (...) El único modo de realizar un gran trabajo es amar lo que uno hace. Si no lo han encontrado aún, sigan buscando. No se conformen. Así como sucede con todos los asuntos del corazón, sabrán cuando lo hayan encontrado. Y, así como sucede en cualquier gran relación, mejora más y más a medida que transcurren los años. Así que sigan buscando hasta que lo encuentren. No se conformen"

Para mí, todo es cuestión de óptica, de fe y de buen pulso, además de siempre mantener una impecable mentalidad de principante.



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martes, 4 de octubre de 2011

Desde la letrina

Escribo y reescribo, pero siempre que tengo una idea bien redactada la borro sin piedad. Le doy Shift+Inicio y luego Supr para erradicarla por completo, porque algo me dice que esa idea o es muy estúpida o todavía no está en momento de plasmarse. A veces ir en cronograma de avanzada hace que a uno se le ocurran cosas que van a funcionar en épocas futuras, pero que en presente le pueden costar la cabeza y hasta el prestigio.

Lo acabo de hacer otra vez. Estaba escribiendo del futuro, de cómo este blog a veces agarra un aire tan hippie (jopo) que hasta yo mismo prefiero evitar escribir. Cuando lo vi tan mamerto, decidí sombrear las letras, esta vez con el mouse y borrar de un solo zarpazo cualquier letra que quedó con olor a letrina. Ese sería un trabajo ideal: borrarle las letras a más de uno que las usa para crear bobadas que nunca debieron existir.

Me acuerdo que en 1996 existía un increíble concurso televisivo presentador por el gran Pacheco, llamado 'Quiere Cacao' . En dicho show, Pacheco alternaba con una lora verde de amplia jeringonza que respondía al nombre de Mamola. Ambos se apoyaban en las vanguardistas animaciones que para la época hacían las delicias de chicos y grandes en la televisión colombiana. En 'Quiere Cacao', todos le pedían letras a Pacheco para completar frases y así ganarse el acumulado de hasta 50 millones de pesos, una fortuna si tenemos en cuenta que en esa época el país estaba en un descenso vertiginoso hacia el abismo económico. Pero yo, a los ocho años, solo pensaba en qué me traería el futuro y en lo incompetentes que podían llegar a ser ciertos concursantes.

Son días de letras, de plasmar vivencias y creencias para que cuando se me caigan los brazos pueda recordarlas y sincronizarme de nuevo. Le tengo miedo a olvidar lo que he aprendido, a que un día me las dé de cavernícola y me queme por jugar con fuego enemigo, como si las mil experiencias propias y ajenas no me hubieran enseñado nada. Hoy dejo plasmado delante de ustedes, oh amados caba-ñeros, que han sido diez meses de constantes cambios que seguramente me llevarán en el futuro a recordar que detrás de estas letras agrias y algo agónicas, venía un proceso y una respuesta divina que me mostraría que lo mejor no llega antes de tiempo y que todo sirve para algo.

COLOFÓN: Me sorprende gratamente ver que se incrementó el número de lectores de este hijo querido. No puedo terminar sin saludarlos y aclararles que La Fiebre es un gran chiste interno, pero que como a los hijos, uno los quiere así sean bobos o aficionados a Shakira.

@benditoavila

viernes, 30 de septiembre de 2011

Siglo Ávila

Recuerdo un capítulo de El Chavo en el que Doña Clotilde, la bruja del 71, discutía con la Chilindrina argumentando que ella era una mujer de principios. La Chilindrina le completaba la frase: "¿Mujer de principios?... de principios de siglo". Para aquella década setentera, esa era una sutil forma de provocar a un anciano, pero hoy por hoy decirle a alguien que es de principios de siglo es decirle que acaba de nacer, que no ha terminado de romper el cascarón y que como tal no sabe nada de la vida.

Soy un hombre nacido a finales del siglo XX. Nací en un hogar clase media donde la televisión por cable era un lujo, donde el camino hacia la felicidad estaba radicado en forma de crédito de libre inversión y además donde el amor de pareja existía en Café y en Betty la fea solamente. Contrario a lo que muchos pensarían, crecí esperando el momento de hacer mi camino, tener un carro modesto y una familia propia para deformar el concepto machista, ingrato y doloroso que viví en el hogar donde nací. Veinte años después, permanezco firme en mis principios, para muchos de siglos pasados y pertenecientes a una retórica coherente solo en la época de Elizabeth Bennet, la de Orgullo y Prejuicio.

Pensar distinto siempre traerá opositores, pues hemos entrado en una temporada en la que cualquiera que se salga del margen establecido está desafiando el statu quo y amenaza con pintar el paisaje de un posible color rebelión. Por eso siempre me han pedido que me bañe en sus zahumerios, me sumerja en sus terapias tántricas y así pueda probar lo que para ellos es 'lo bueno'. Entonces cuando les digo que estar soltero es algo para disfrutar, me hacen chistes de doble sentido y me tildan de onanista. Para ellos es más fácil burlarse de quien pregona la fidelidad que realmente atreverse a ser fiel. Sé que en el fondo me admiran, pero los viernes al almuerzo se me olvida, por eso debo venir a purgarme aquí, para drenar el cerebro y respirar profundo.

Ya he superado el complejo de esperar a la persona ideal y he entendido que más que pensar en entrar en 'la edad de merecer', debería pensarse en 'la edad de ofrecer', porque finalmente el secreto está en dar y no en esperar recibir. Lo que viene es la fe: aquel músculo finamente diseñado para ser ejercitado, no solo para mencionarlo en hospitales o momentos difíciles.

Ellos dan arcadas cuando les digo que así como creo en Dios creo en el amor, me desprecian por vivir en mi propia época, en mis propios principios de siglo. No es fácil sostenerle una conversación a personas que hablan con conocimiento de causa: gente que ha vivido en unión libre, que ha tenido múltiples parejas sexuales, que ha viajado a mil destinos, que tiene hijos, que sabe qué es perderlo todo. Es desgastante tratar de hilvanar argumentos sobre el amor si uno no se ha enamorado, pues se corre el riesgo de ser influenciado por la experiencia del otro.

Siempre lucho por no dejar que mis conceptos se perviertan por los consejos de otro, porque no hay nada mejor que conocer y vivir para poder hablar; pero debo aceptar que hay días en que quisiera que mi tiempo de volar y convertirme en lo que seré llegara, para cobrar ese mismo valor que produce la experiencia y así salir al tablero con la mano enhiesta a decirles a todos esos que me trataron de iluso, estúpido, complicado, amargado y hasta de gay por no militar en sus filas inspiradas en 'Juventud en éxtasis', las afirmaciones que seguramente me creerán antes del fin del mundo:

-La realización personal y espiritual está en verse completo en medio de la soledad.
-Shakira sí es del diablo.
-La virginidad vuelve a estar de moda.
-Vale la pena esperar, pero no vivir esperando sino accionando.
-Jesús tenía razón.
-Les dije que el futuro está en Internet.


@benditoavila

viernes, 23 de septiembre de 2011

Fiebre de padre (2x1)

Así es, amados caba-ñeros. Un (1) mismo día, dos (2) entradas. Un (1) aniversario, dos (2) reflexiones poderosas. Así parece ser todo en la vida, uno compra un (1) saco y recibe también un pantalón dañado en promoción. Uno vende una (1) idea y le roban el doble (2). A decir verdad, sigo creyendo en que dos (2) son mejor que uno (1) y en que dos (2) y dos (2) son cuatro, así la gente siga creyendo que estar solo (1) es el camino a la felicidad. Para mí no hay nada como disfrutar pensando junto a otra cabeza y valorar el hecho de tener a alguien que completa la existencia.

Tranquilos, no voy a hablar de amor ni de pendejadas baratas, porque está claro que hablar de amor está sobrevalorado. Hoy me doy cuenta que la alegría se disfruta más cuando se vive por partida doble (2) , cuando uno (1) ve a alguien realmente feliz. La partida doble (2) es lo más cristiano que puede existir, pues siempre he creído que cuando uno (1) da un paso para acercarse a Dios, Él ya ha dado dos (2) . Otra vez esa relación 2x1 y sigo sin decir nada importante.

Hoy me esforcé el doble (2). Me esforcé, caminé, luché, llamé y lo logré: recibí una (1) confirmación de mi papá, quien aceptó almorzar conmigo. Hoy le manifesté no una (1), sino dos (2) veces, lo mucho que lo he extrañado en este primer (1) año de distancia, lo mucho que he extrañado aprender de la vida a su lado. Él, con una extraña sequedad en sus ojos, lo dijo una (1) sola vez, resumido así: a mí también me duele, y el doble (2). Los papeles se cambiaron cuando él empezó a sacar el dolor de haber fracasado en su matrimonio, de estar sufriendo y de ser el crucificado del asunto. Dos (2) veces me mencionó que sufría y yo una (1) le dije que todavía estaba a tiempo de enfilarse hacia el propósito con el cual fue creado: hacer familia. Le dije una (1) vez que él todavía era mi héroe y él pidió limonada doble (2).

Podría seguir con las cifras, pero siempre que uno (1) multiplica dos (2) por uno (1) obtendrá dos (2). Por más que uno (1) intente reparar en las dos (2) veces que fue lastimado, será más libre si lo toma como una (1) oportunidad para perdonar. Así decido celebrar este primer (1) prolífico año de escritura, entregándole a mi hijo #1 (1) dos (2) nuevos retos: por un (1) lado albergar elementos cada vez más aterrizados y cómicos; y en segundo (2) lugar, seguir prevaleciendo, confiando y creyendo que todo hijo soportará a su padre algún día. Seguramente este padre verá con quién puede contar tal vez no en un (1) año, ni dos (2), sino en el tiempo adecuado para darse cuenta de familia solo hay una (1), así como siempre debió ser.

@benditoavila

Fiebre de padre I

Como diría El Joe: "He vuelto, lleno de cariño". Eso sí, sin ganas de amarlos más, porque ya los amo mucho sin conocerlos. ¿Si ven que he vuelto con el corazón henchido de amor? Es que esta ausencia bloggera, estas vacaciones de La Fiebre me han transformado en un ser de luz más puro e inofensivo que una mota de algodón. Me he rehabilitado de mis mil neurosis gracias al Prozac, los narcóticos musicales y el arequipe, pero tranquilos: el efecto se me acabará seguramente en menos de 3 horas.

En realidad vengo calmado es porque hoy se celebra una fecha importante en mi vida, el aniversario de dos hechos cruciales que me llevaron a pensar sobre la vida, el futuro y lo que habría de venir. Hace un año me quedé sin trabajo, tal vez por eso fue que se concretó el atentado que dio de baja al 'Mono Jojoy'. No quisiera cantar lo que Domínguez tanto pregonaba, pero ¡qué carajo! Hoy es día de echar Maizena, repartir tiros al aire y despilfarrar plata en una piscina de champi, porque no alcanza para más.

Hace un año, en medio del forzoso descanso de no haberme graduado ni haber concretado nada aparentemente grande en la vida, decidí abrir esta tienda a la que más adelante llamaría 'Hijo', pues la idea era alimentarlo, cuidarlo, maleducarlo y dejarlo como registro escrito para que mis hijos carnales -o sea de carne-, vieran que su padre fue un lacayo del imperio antes de heredar la espada de Maestro Jedi.

Como soy tan chocoloco y aventurero -además de imprudente, sanguíneo y gran cochambrero-, voy a citarme a mí mismo y traeré a colación la premisa básica de este blog, publicada exactamente hace un año desde mi casa en un receso de lavar la losa y oír a Gustavo Gómez hablar de lo mal enrollado que quedó el 'Mono jojoy' cuando le dieron chorizo.

"Se abre "La fiebre de las cabañas", en honor a ese trastorno psiquiátrico caracterizado por una percepción híbrida de la realidad y la fantasía. Todo producido por el asilamiento, porque ahora las hojas de vida no se entregan en físico sino todo por correo, entonces para qué salir. Lo curioso es que parte de los síntomas ya los padecía antes de que se me acabara el contrato laboral: ideación persecutoria, hostilidad, intransigencia y actitud beligerante. En realidad no estoy tan mal."

Hoy, después de no un año sino varios meses, volveré a ver a mi papá. Qué curioso que sea el día del cumpleaños de mi hijo intelectual, quien seguramente recibirá las primicias de lo que suceda en este almuerzo, en el que espero no me de mucha Fiebre.

@benditoavila

viernes, 9 de septiembre de 2011

Yo soy Fiebre, la fea

Hay entradas que suenan, hacen ruido y llaman la atención por tanta alharaca. Esta viene a ser una némesis de todas las anteriores, un acto silencioso que no quiere autopromocionarse sino solamente extirpar venenos. Me siento envenenado, rabón, rayado, cansado y con ganas de poner una bomba en algún lado pero antes pegarle a una mujer en un bar que ojalá se llame El Bembé. Saben que no lo haré -porque mi religión no me lo permite-, pero mi exageración lo único que pretender es revelar lo incómodo que estoy ante la incomodidad -redundancia pensada- de convertirme en lo que he jurado destruir.

Hace 10 años -tema de moda en todo lado-, admiraba profundamente a Kurt Cobain, vocalista y líder de Nirvana. Muchos sabrán que Cobain se suicidó a sus 27 años, y quienes lo conocen argumentan que estaba cansado de la fama, del poder y del status de roquero que para muchos se convirtió en un estilo de vida. Seguramente Cobain nunca pensó que el grunge que hizo, ni su estilo ni percepciones de vida se convertirían en casi una religión para muchos jóvenes e incautos. Ahí fue cuando se mató: cuando vio detrás suyo a miles de Kurts y Kurtas que lo levantaron como un adalid, algo que él nunca se propuso. Debe ser aterrorizante ser vendido como producto en serie.

Si algo le incomoda a mi parte más melancólica y artistoide -propia de un mamerto pop-, es ver gente que termina pareciéndose a otra gente tanto o más normal que ellos mismos. Ayer recibí un comentario de alguien que estimo y aprecio mucho, que decía lo siguiente:

(sic) "Se volvió jarto ver a sus fans, que digo fans, Fanáticos, copiando sus frases en los status y delirando por una nueva entrada al blog. dentro de poco Chespirito será el próximo Batman roberto, Los punkeros los nuevos geeks y todos andarán descomplicados con nike´s en la iglesia diciendo que tienen su propia fiebre"

Yo pienso en un mundo de muchos Luis Carlos Ávila Rincón -mi verdadera identidad que hoy por fin es revelada- , y digo: la humanidad no ha quedado en buenas manos. Si a través de un blog he logrado que la gente me imite, me siga, quiera ser como yo o agarre mis ideas como propias, es tiempo de reconocer que he fracasado rotundamente. Por lo tanto es hora de dejar el país, esperar la horca o por lo menos una inyección letal. Hoy es tiempo de que sepan, oh amados caba-ñeros y caba-ñeras (según estadísticas La Fiebre le encanta a las oficinistas y amas de casa desesperadas), que yo no soy yo: soy una fusión pirata de Jesucristo, El Grinch, dos oompa-loompas, Chespirito, Woody Allen, Carlos Olmos, Andrés Salgado, Martín de Francisco y Dante Gebel presentada en versión sachet.

Este blog -que se acercaba a su primer aniversario-, ha tenido siempre como propósito llevar atenta nota de lo que me sucede, de lo que pienso y creo. No soy un rockstar, pero sí estudié Comunicación Social en la Javeriana -lo que me hace popopstar-. Pero es raro, porque cuando veo que la gente comparte mis ideas y no da crédito me enfado, primero por cortesía editorial, pero también porque en últimas uno no busca ser imitado, mucho más si se tiene claro que yo sigo a Jesús y que mi labor es darlo a conocer al mundo. Nunca he buscado que brille mi nombre por dármelas de chocoloco, o ser el bacaneitor bloggero: sigo siendo el mismo perro de parqueadero al que le suda más la axila derecha que la izquierda, que mide y pesa lo mismo desde hace 10 años y que a veces siente miedo de enfrentar la vida por no haber nacido en cuna de oro.

Antes de convertirme en un becerro de oro, ídolo de masas o fenómeno pop, prefiero el harakiri cristiano con corte de franela incluído. A partir de hoy asumo unos días de silencio bloggero-facebookero y en ocasiones tuitero buscando que ustedes, gente importante y letrada, dejen de ser iletrados y vean al Jesús que deben imitar, no a los burros que cargamos Su Presencia. Ahora seré una ex-trella que adrede ha decidido caer en desgracia, pasar inadvertidamente y convertirse en un fantasma feo por un tiempo, a ver si también se deja de creer la chimba siendo Gasparín.

Invisible - 2011


Twitter: @benditoavila (Después de abierto, consúmase en el menor tiempo posible)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Disco Retro

Mi cabeza funciona como un disco duro con varias particiones. Es un disco que va filtrando, limpiando y depurando cuanta cosa aprende. Lo que sí es una realidad es que esta cabeza ha pensado muchas cosas: unas que merecen penas capitales, otras dignas de enmarcar y algunas que se han vuelto lagunas profundas y poco diáfanas. El estado enlagunado de mi cabeza me ha llevado a olvidar situaciones, comentarios, promesas y hasta votos internos que alguna vez hice, todo producto de aquel día en el que cayeron las torres.

Cuando cayeron las torres tenía 13 años. Era miércoles y recuerdo estar en plena clase de geometría con una profesora a la que le decíamos "Bolañito", apelando al corte estilo mullet que ella utilizaba inspirada en el futbolista costeño y que además la hacía ver poco o nada femenina. Creo que se llamaba Patricia, pero en realidad no me importa, porque mi cabeza ya liberó ese espacio para darla cabida a nuevos y poderosos recuerdos. Recuerdo que estrenábamos televisores y circuito cerrado de televisión en aquella cárcel para hombres que presumía de principios católicos que nunca seguí pero siempre traté de respetar.

Prendimos la televisión y vimos la hecatombe- palabra que para la época sí tenía sentido-: Gente lanzándose por los aires, cadáveres de todas las nacionalidades en La Gran Manzana y nosotros aprendiendo de Pitágoras y de triángulos Isósceles. Lo que sí recuerdo es que hace 10 años ya tenía claro que la vida real sucedía fuera de las cuatro paredes de un aula o de cualquier espacio, que debía salir a pelear por lo mío y debía ser valiente.

El disco que tengo por cabeza tiene una facultad especial: primero era análogo y con el tiempo se ha vuelto óptico y digital. Si hace diez años deliraba escuchando chistes de doble sentido en Radioacktiva, hoy oigo radios culturales y enfocadas en adultos contemporáneos. Si hace diez años soñaba con trabajar en un medio de comunicación, hoy escribo estas letras desde mi oficina en el Outlet de Las Américas -un poderoso medio en el que he aprendido mucho-. Si hace diez años era un gato de basurero, hoy soy un gato oficinista que ya asume la vida y todo lo que traiga.

Por esa época no sabría cómo guardar registro de mi vida; de hecho, sabía que tenía buena ortografía y que era chistosito cuando hablaba, pero nunca me imaginé que aquel Dios que me dieron a conocer de niño y que a mis 13 años representaba autoritarismo y coerción, me tendría diez años después inspirando estas mismas letras bloggeras.

Como muchos de ustedes saben, oh amados caba-ñeros, odio el sentimentalismo barato y melcochudo de andar en los recuerdos. Pero no podía pasar por alto un día como hoy, día de septiembre en el que puedo reflexionar de lo mucho que falta por hacer y vivir. Ya nos veremos en algunas décadas futuristas, en las que prometo tener el disco listo para rellenarlo con personajes, rostros, situaciones y recuerdos que me embadurnen de lo nuevo y de lo mejor, que siempre vendrá cuando uno menos lo espera.

Twitter: @benditoavila

*No puedo irme sin recomendarles esta herramienta: , para que se den cuenta de cuántas burradas, estupideces, chistes, mentiras y verdades de a puño somos capaces de soltar, sin saber que esto nos perseguirá en el futuro.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Animalitis

Si algo me han enseñado los zancudos es que nunca hay enemigo pequeño. Uno los ve como poca cosa, zánganos ruidosos, pero cuando se proponen mortificar a la humanidad son capaces de lograr crisis mundiales. Los zancudos me fastidian, pero si algo recuerdo del Colegio es que necesitamos de distintas y múltiples criaturas para que el ecosistema sea biodiverso. Así me pasa en la vida real y así lo he entendido por esta temporada, tiempo biodiverso y variopinto donde más que zancudos, enfrenté lagartos, camaleones, perros, perras y demás animales de la fauna relacional.

Por estos días de animalandia se reestrena El Rey León, la película que me recuerda lo que es perder un padre, pero ahora en 3D. Fuera de chiste, esta y muchas películas infantiles protagonizadas por animales han sabido construírme una imagen de las relaciones a lo animal: si quiero comer gratis debo andar con una perra, si quiero que me amen debo ser un cerdo y si quiero que me escuchen debo ladrar como perro. Nada de esto valdría la pena si yo no reconozco que el simple acto de ser humano ya es ser animal, pues convivo rodeado también de hienas, zorros y lo peor: lobos que se saben camuflar de ovejas.

Los cristianos -otra fauna farandulera en sí misma- crecemos con la idea de la misericordia aplicada, que obviamente nace en Dios y es de Dios. El mandato divino se vuelve una práctica regulada que no permite que nadie que sigue a Jesús siquiera emita un juicio sobre el caído. Estoy de acuerdo con que si Jesús caminara por la tierra en pleno siglo XXI haría cosas que para muchos no se ven bien en uno que proclama ser el Mesías: me lo imagino andando por la Localidad de Santa Fe rodeando el complejo acuático de la 22 en busca de mujeres que necesitan una palabra de amor y no un billete. Me lo imagino siendo entrevistado por lagartos mediáticos como Suso -el José Gabriel Ortiz desdentado y cejón-, o como los de El Radar del dragón, donde también lo ridiculizarían y le pedirían que trajera la paz mundial y detuviera el calentamiento global mientras le ponen sonidos de pedos y le dibujan cachos en la cabeza. Seguramente en Día a día, Agmeth -el lobo que usa Fortident- lo pondría un viernes a bailar merengue mientras una modelo paisa le pide que le enseñe a bailar choque.

Jesús sería lo máximo, porque nos enseñaría a todos nosotros -simples perros de parqueadero-, que vale la pena recibir otra oportunidad. Pero la gran pregunta es, ¿qué pasa cuando esa otra oportunidad se convierte en la frase de cajón? Hay que decirlo, dentro de las filas del cristianismo hay lobos agazapados que se van devorando a las ovejas -literalmente se las mandan al buche-, y luego piden, bajo el pretexto de la gracia, que no se les juzgue porque Dios está con ellos y los cristianos deben amar al prójimo.

Ya ha quedado claro en La Fiebre, que entre otras cosas este mes celebra su primer aniversario, que aquí lo que hay son mensajes apócrifos y además encriptados que pretenden punzar ciertas conciencias: tanto la del ñoño que piensa que ser cristiano es imitar a Ned Flanders, como la de el que ha pasado del punk a la anarquía. Este último resulta también peligroso, pues bajo el discurso de No me juzgues, Dios me sigue formando, ha sabido reenfocar y manipular a las masas cristianas para que le amparen su comportamiento díscolo y descontrolado, propio de alguien enfermo mentalmente, y crean que todos estamos en su contra cuando lo que buscamos es que conozca a Dios y no que simplemente parezca que lo ha hecho.

Lo chistoso es que hablan de no juzgar, pero ni ellos mismos conocen la verdad: esos que piden no ser juzgados tal vez esconden más porquerías que los que alguna vez supieron aceptar su condición de perfectibles. Esos que envenenan cabezas en contra de las Iglesias y las autoridades revelan sus deseos de figurar y ser necesitados, a pesar de su triste y miserable forma de llamar la atención. Esos que se las dan de galanes , tal vez fueron los más abusados y por eso quieren sentirse llenos poniendo a la gente a comer de su mano.

Lo bueno es que yo tampoco los juzgo: en realidad los amo porque yo también soy piraña, tampoco quiero ser un colombiano de bien y mucho menos creo en el cristianismo lámpari-rosa. Simplemente creo en que uno no puede proteger a alguien que miente usando el nombre de Dios y que además divide y daña percepciones de las personas, apelando al victimismo. Así es, yo tampoco hablo de lo que no conozco, pero sé que la misericordia tiene un límite para los perros y los gatos también.

@benditoavila

* Para tí, con repulsión y algo de decepción. Pensé que estabas mejor, pero sigues irrumpiendo con el mismo ánimo de quinceañera que como cuando eras quinceañera. Si me das el chance, te enseñaría a jugar baloto y a encontrar que el premio gordo que buscas ha estado tan dentro de ti que te sorprenderás.

martes, 30 de agosto de 2011

La hora felina

Después de días platónicos, qué mejor que seguir con días plutónicos. Es que esa es la verdad, uno escribe muchas vainas serias y también muchas bobadas, pero ambas son realmente necesarias para el bien mental. Como La Fiebre -el lugar donde se vale decir "subamos arriba"- es un espacio más democrático que un baño público, hoy es tiempo de disfrutar de reflexiones sin sentido y sin mayor importancia más que para quien las escribe.

Cada vez estoy más cerca de convertirme en algo que no sé si quiero ser: un mamerto pop prepagado y oficinista. Me pongo el carné de la empresa antes de bajarme del Transmilenio, me sirvo agua del botellón de oficina que yo mismo pongo, saludo de beso a mis compañeras oficinistas a sabiendas del pútrido olor a pachulí que me impregnará, prendo el computador y reviso correos. Así llegan las primeras horas, en las que se van colando cascadas de imágenes en mi cabeza que ahora piensa en función comercial. Si usted alguna vez reprendió a alguien por estar pegado a un televisor y le dijo una frase como "Ni que le pagaran por ver novelas", es tiempo de que sepa que esa frase es una realidad real en mi existencia oficinista.

Menos mal existe La Fiebre, lugar donde mi mentalidad de oficinista feliz se da unas cuántas patadas con la lobotomía que a veces siento me realizan a la hora del almuerzo. Ahora respiro feliz mientras veo a gente hacer mal su trabajo, y no es que disfrute ni que me de un fresquito el sufrimiento humano, solo que en el ambiente oficinista uno siempre espera algo que rompa la cotidianidad: un petardo detonado que nos haga evacuar y hacer popó del susto, una celebridad que entra en ataque de amok y amenaza con matarnos, o por lo menos una caída de alguien por las escaleras. La cotidianidad se disfruta mucho más cuando se lee desde lo divertida que puede llegar a ser.

Menos mal todo oficinista tiene alguna importante razón para llegar a casa. La mía me acompaña hace más de un mes, exactamente desde el día que murió Joe Arroyo. La conocí y fue impacto a primera vista, pues ya hemos dejado claro que no existe el amor a primera vista aunque Salserín insista. Digamos que me impactó y cuando me le acerqué me perdí en sus ojos, más grises y girasoludos que sus propias manchas. Ahí conocí a la que sería mi primera-nueva-última mascota, una gata criolla que no es cualquier gata callejera como las que acostumbraban perseguirme en la Javeriana para aruñarme.

Esperaba que me entregaran un gato y negro, pero resultó que un hippie se lo llevó antes de que yo llegara. La vi y pensé: "Es una gata, ah, gata... ah gata". Se me dibujó una sonrisa en el rostro y como soy tan chocoloco y loco decidí bautizarla Ágatha, no por ninguna escritora ni menos por una diseñadora de perfumes más inmundos que los que usan mis compañeras oficinistas; sencillamente Ágatha, Ah gata, mi gata.

Tener mascota era de las últimas cosas que haría en mi vida, según mi Almanaque Bristol. Pero como buen escritor de horóscopos y magazines universitarios, encontré que para ser cool debía retar a aquellos que decían que no podría avanzar en la vida y además bailarles un merengue apambichao encima de sus tumbas. Tener una gata no me hace más corrido que aquellos escritores postmodernos que asocian la bohemia con un felino merodeando en sus ceniceros. Yo, un flamante opositor del neohippismo y del divorcio, he encontrado interesantes enseñanzas a la hora de cuidar y ver crecer un animal tan parecido a mí: independiente, punkero, interesado y además tan felinamente calculador.

Ágatha se parece tanto a mí que cuando llegó no quería tomar agua de la llave, sino que buscaba charcos en la cocina para saciar su sed. Ya era mi gata desde el primer día, pues también vivió sus primeras horas de existencia en el hacinamiento de un hogar clase media y ahora disfruta viendo comedias de situación a las que pocos le ven lo gracioso. Si las mascotas se parecen a sus dueños, Ágatha será una gata que se cree de mejor familia, que usa arena fina e impagable por sus propios medios y que además vive encontrando su propósito de vida felina a diario. Vendrán muchos años gatunos en los que enfrentará mil aventuras sin dejar herederos, en eso sí no nos parecemos: ella será operada prontamente y yo regaré mi semilla en alguna flor local, no tan prontamente pero sí ciertamente.


Ágatha equivale a un Bebé Huggies pero en la farándula felina